Tal y como ha ocurrido en otros ámbitos, la popularización de Internet y el crecimiento de las redes sociales ha llevado aparejado, además de múltiples beneficios, la aparición de conductas tradicionalmente relegadas a ámbitos más específicos. Nos estamos refiriendo, entre otros, a las manifestaciones de odio a través de estas comunidades virtuales que incluso han llegado a utilizarse como plataformas reclutamiento para grupos terroristas y similares.
Un contexto en el que no podemos dejar de hablar de Twitter cuyas iniciativas han resultado fundamentales a la hora de lidiar con el DAESH, un grupo de delincuentes armados hasta las teclas. Una lucha que asegura hacer extensible a otra clase de radicalismos pero que, sin embargo y según un nuevo estudio, se encuentra lejos de ser ecuánime.
La situación: iniciativas conocidas
Para comprender el documento, sin embargo y antes de entrar en mayores vicisitudes, resulta imprescindible conocer el contexto en el que se ha publicado. Así, inicialmente Twitter se posicionó como una de las redes preferidas por el mal autodenominado Estado Islámico. Una situación con la que decidió acabar –inicialmente- eliminando hasta 125 mil perfiles relacionados con el terrorismo, la mayoría de ellos vinculados con el ISIS. Hace unos meses no se salvaron de la criba otras 235.000 cuentas.
La compañía actualmente también cuenta con un algoritmo capaz de detectar los contenidos que incitan al odio y a la violencia. Unas medidas que, en definitiva, empezaron a pasarle factura al citado grupo pero de cuyos resultados respecto de otros extremismos no trascendieron.
3,000 people a day are getting #RedPilled on @YouTube watching our documentary.https://t.co/cobMpB5ACV
— TruthWillOut (@TGSNTtv) 3 de septiembre de 2016
La plataforma de microblogging, por otra parte, formó parte durante un año de un proyecto que pretendía comprobar la eficacia de las campañas contra este tipo de tendencias, que si bien incluyó otra clase de radicalismos, también tuvo mucho que ver con los populares terroristas islámicos.
Qué dice el estudio
Dicho lo cual y volviendo al asunto que nos atañe, ahora un nuevo estudio viene a confirmar nuestras sospechas: que si bien sus iniciativas respecto del ISIS constituyen una gran apuesta, no ocurre lo mismo con otra clase de extremismos. En concreto, ha puesto de manifiesto que los simpatizantes nazis y nacionalistas blancos están campando a sus anchas en esta red social.
El documento, desarrollado en el marco del Programa sobre el extremismo de la Universidad George Washington, explica cómo estos expertos analizaron las 18 cuentas nazis más radicales, incluyendo la del Partido Nazi Americano. Una muestra que, si bien resulta escasa, ya ha servido para evidenciar esta clase de prácticas, así como que la plataforma todavía carece de control acerca de cuentas relacionadas con esta estas ideologías.
Asimismo, el informe revela cómo el número de seguidores de esta clase de cuentas ha crecido de manera significativa desde el 2012. Entonces la media se situaba en 3.500 mientras que ahora, cuatro años después, alcanza los 25.000. Pero la cantidad no es lo alarmante.
“Los nacionalistas blancos y nazis superaron a ISIS en cuanto al número de seguidores en un margen sustancial […]. Las cuentas de estos últimos disponen con hasta ocho veces más”. En el estudio también se refleja que el tema más popular entre estos individuos es el genocidio blanco, la noción de que la raza blanca está en peligro como consecuencia directa del incremento de la diversidad social.
The white population is being erased from the Earth. #HowToConfuseAMillennial #WhiteGenocide pic.twitter.com/J7iGogZfdC
— Donald jon Bismarck (@DonaldjBismarck) 4 de septiembre de 2016
Otras de las cuestiones que se ponen de relieve son que lo seguidores nacionalistas blancos en Twitter participan activamente en la campaña presidencia de Donald Trump. De hecho y en cuanto a los hasthtags, todos los relacionados con él fueron los más abundantes, a excepción del #whitegenocide. Asimismo, la propaganda pro nazi fue la que más se tuiteó.
Unas estimaciones ante las que la propia compañía se ha mostrado sorprendida pues, tal y como afirma uno de sus portavoces, “los términos del servicio prohíben no solo el terrorismo sino también las amenazas, abusos y las conductas de odio que incluyan atacar a otros usuarios en función de su origen étnico o raza”, los que precisamente se asocian con este tipo de grupos radicales.
Asia for the Asians, Africa for the Africans, White countries for everybody! @BobWhitaker2016 https://t.co/atVhs48YFJ
— Mary Whittier (@marylovefreedom) 5 de septiembre de 2016
Sin embargo, JM Berger, autor del informe, apunta a que este problema viene de lejos pues, según dice, las redes sociales en general han reaccionado de manera muy lenta a este problema. Además también indica que algunas de ellas aprovechan los matices de los términos para hacer de las suyas.
Otra clase de “radicalismos” en Twitter
Asimismo, no podemos dejar de comentar que los nazis, terroristas islámicos y similares no son los únicos tipos de extremismos que se plasman en esta plataforma. Un ámbito en el que también tienen cabida otra clase de expresiones de odio y abusos. Unos radicales que pueden arremeter desde con famosos y actrices, hasta con ciudadanos de a pie.
De hecho, seguro que no te resulta complicado encontrar insultos a fubolistas, a cualquier famosa que despierte el más mínimo recelo (Ana Pastor y Cristina Pedroche son grandes ejemplos, en especial esta primera, con críticas y vejaciones muy concretas y dirigidas). Algo que se fue totalmente de las manos en el caso de América Valenzuela y Lara Siscar que tras manifestaciones de odio en Twitter empezaron a recibir acoso en plena calle.
@_anapastor_ @Hermann250 Ana Pastor se ha tenido que follar al gordo y viejo de Ferreras para tener un puesto en la sexta, menuda zorra
— goyim (@OttoSkorzeny7) 29 de diciembre de 2015
Tampoco podemos obviar la situación a la que recientemente se vio abocada una de las actrices de la nueva versión femenina de Cazafantasmas, Leslie Jones, que llegó a abandonar Twitter por acoso racista después de haber informado a la entidad en múltiples ocasiones.
Un caso ante el que la red social decidió tomar cartas en el asunto (tarde, por supuesto), y que acabó con el cierre de la cuenta de Yiannopoulus, el periodista que había propiciado estos comentarios. Sus opiniones fueron consideradas como violaciones de los términos del servicio.
@Lesdoggg Hi Leslie, following, please DM me when you have a moment
— 🚶🏽jack (@jack) 19 de julio de 2016
Este mismo julio y en nuestro propio país, varios grupos de usuarios reaccionaron con comentarios racistas y amenazantes a la campaña antidiscriminación #EstadoEspañolNoTanBlanco. Fue entonces cuando el presidente de SOS Racismo en Madrid, Moha Gerehou pudo ver en Twitter cómo se subastaba su caza. Una auténtica bestialidad que no ha sido única en su especie.
Unos ejemplos que nos llevan a comentar que el estudio que protagoniza nuestro artículo no ha sido el primero de este tipo, sino que, sino que hace ya dos años, Demos publicó otro en el que afirmaba que ya en aquel momento se registraban hasta 10 mil insultos racistas al día únicamente en inglés.
La entidad llegó a analizar incluso, qué uso se hacía de ellos, y a establecer varios tipos (uso ocasional, estereotipo negativo, insulto directo, uso inapropiado, sin ánimo de ofender y apología del racismo). Unos comentarios ante los que la plataforma sigue manteniéndose bastante pasiva.
Más entidades implicadas en la lucha
Para acabar, es evidente que esta clase de lucha no es exclusiva de Twitter sino que, tal y como te comentamos en anteriores artículos, compañías de la talla de Microsoft, Facebook, Telegram y otros gigantes tecnológicos no han dudado en establecer medidas específicas contra este tipo de tendencias. Unas acciones que pretenden ponérselo un poco más difícil a los extremistas pero que, por desgracia, todavía se quedan cortas.
En todo caso y si las miramos desde cerca, observamos también una clara “predilección” por el ISIS en el caso de Telegram –que recientemente eliminó hasta 78 canales relacionados con la célula; y un hecho que no nos sorprende si tenemos en cuenta que esta también ha sido una de sus herramientas favoritas-. En cuanto a Facebook y a Microsoft (la última en subirse al carro), sus medidas resultan más genéricas.
De hecho, esta última invierte en la financiación de proyectos específicos contra el abuso en las plataformas online y recientemente ha endurecido su posición respecto a estas manifestaciones. Por su parte, Facebook colabora con el gobierno estadounidense con el fin de frenar la difusión de mensajes terroristas, incluye normas comunitarias específicas y cuenta con un equipo específico de vigilancia que se encarga de verificar las denuncias de los usuarios respecto de esta clase de contenidos.
En Genbeta | Qué están haciendo los gigantes tecnológicos (y otros agentes) contra el terrorismo online
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