Desde que Rusia invadiese Ucrania hace unos días dando comienzo a una terrible guerra en suelo europeo, hemos podido ver que los esfuerzos de la comunidad internacional buscan presionar al gobierno del Kremlin con más herramientas que las armas.
Muchísimas empresas se han ido de Rusia dejando a muchas personas desempleadas y una crisis económica sin precedentes en el país con el rublo a muy bajo valor. El sector tecnológico quiere meter presión sobre el gobierno de Moscú con diferentes tácticas como bloqueando las actualizaciones de software, dejando a la ciudadanía sin acceso a muchos servicios tecnológicos o con hackers que puedan ciberespiar a Rusia y proteger a Ucrania en la ciberguerra paralela al conflicto bélico.
Pero el Kremlin, que históricamente no se caracteriza por tener unas relaciones muy diplomáticas con gran parte de los mayores países del mundo, ya lleva años preparando su cibersoberanía. Ha dado muchos pasos para no depender exclusivamente de los servicios que llegan de países con los que mantiene una relación complicada, como es el caso de Estados Unidos.
Recordamos decisiones tomadas por el gobierno de Putin en su historia que le han llevado a tener cierta resistencia a todas los intentos por presionar tecnológicamente al gobierno de Rusia que llegan por parte de los gigantes tecnológicos.
El poder de Vladimir Putin
El actual presidente de Rusia, Vladimir Putin, lleva desde el año 2000 en este puesto. Entre 2008 y 2012 fue primer ministro, con Dmitri Medvedev, el que era su mano derecha. En 2012 volvió a ser elegido otra vez presidente. Todo esto con mucha polémica y acusaciones de tongo en las elecciones. No hay que olvidar que el creador de Telegram, de nacionalidad rusa, ya había tenido en el pasado problemas con Putin porque en su anterior red social VKontakte o VK.
En esa red social, la ciudadanía compartió información sobre las posibles irregularidades de las votaciones de 2012 y la FSB (Servicio Federal de Seguridad) se puso en contacto con Pavel Durov, su fundador, para que bloquease determinados grupos de opositores alojados en VK. Algo que VK no solo se negó a hacer sino que esta carta se hizo pública. Y además, oponerse a Putin públicamente puede suponer arriesgar la vida.
Ya en Genbeta analizamos en el pasado cómo sería navegar en Internet desde una Rusia en la que el estado tiene una fuerte omnipresencia y un gran control sobre el uso de la red y de las redes sociales por parte de la ciudadanía.
Momentos clave hacia la cibersoberanía
Todos estos años en el poder, han servido al presidente de Rusia para ir tomando decisiones, con su gabinete de gobierno, hacia su soberanía en el mundo analógico y también hacia la cibersoberanía para depender menos de los gigantes TIC llegados de Estados Unidos.
Software libre vs propietario. A finales del año 2010 el gobierno del Kremlin confirmó una información que circulaba: había comenzado a implantar software libre, entre otros Linux, en sus equipos informáticos. En ese momento dijo que el plan era terminar en 2015. El gobierno de la federación rusa anunció que desarrollaría una licencia propia del sistema para sus ordenadores.
Cabe decir que es bastante común que esto suceda, por la libertad que aporta y también porque supone un ahorro de costes frente al software propietario. Aquí en España hay una larga lista de ejemplos de esto, como en otros países de Europa o en el resto del mundo. Aunque es común que las administraciones públicas se decanten por el software libre, muchos investigadores ya habían analizado antes de esta guerra cómo Rusia estaba trabajando para tener su soberanía tecnológica en un modelo similar al de China.
Sistema operativo móvil propio vs iOS y Android. Otro acontecimiento a destacar data de 2014. Después de que China lanzase un programa de desarrollo de un sistema operativo llamado COS (China Operating System), Rusia inició un programa de desarrollo de un SO móvil. El ministro de Comunicaciones ruso Nikolai Nikiforov de aquel tiempo anunció que su país estaba trabajando con la startup finlandesa Jolla en una versión nacional de Sailfish OS, con el objetivo de reducir la cuota de Android OS e iOS en el mercado ruso del 95% al 50% para 2025. Cabe aquí decir que ahora mismo, con una Finlandia que también quiere acceder a la OTAN, como es el caso de Ucrania, las relaciones entre Helsinki y Moscú están muy tensas.
En 2014 el emprendedor ruso Grigory Berezkin se convirtió en copropietario de Jolla, y desde 2016 la empresa Open Mobile Platform, ligada a él, ha estado desarrollando una versión de Sailfish para el mercado ruso a la que han llamado Aurora OS. En 2018 pasado la empresa de telecomunicaciones rusa Rostelecom se hizo con el 75% de las acciones de Open Mobile Platform y pasó a controlar su desarrollo.
Compromiso de eliminar el software de Microsoft. En el año 2016, el gobierno de Moscú se comprometió a eliminar los servicios de Microsoft, como publicó la Free Software Foundation Europe. Esta promesa la mantuvo con el paso del tiempo. El sustituto de Windows no sería un desarrollo propio como sí que habría decidido el gobierno chino, sino que el Kremlin anunció que usaría Astra Linux, una distribución exclusiva del sistema operativo de código abierto.
Astra Linux es un derivado de Debian desarrollado por la compañía rusa RusBITech desde 2008, el cual fue creado para su uso dentro del mercado privado ruso. Al poco tiempo, la empresa lo empezó a implementar dentro de algunas oficinas gubernamentales donde incluso llegó a formar parte de algunos departamentos militares.
Prohibición del uso de software extranjero. Otra medida del país en torno a su cibersoberanía la encontramos en que ya lleva tiempo queriendo poner freno al software que llega desde otros países. En 2019, la Duma, principal cámara legislativa de la Federación Rusa, aprobaba un proyecto de ley para imponer, a partir de julio de 2020, la preinstalación de software desarrollado en Rusia en todos aquellos dispositivos que pretendan comercializarse en el país, desde PCs a smartphones, pasando por tabletas y smart TVs.
Ya en ese momento la RATEK, la asociación que representa a los fabricantes tecnológicos, expresó su preocupación por esta decisión: alegan que no sólo dota al gobierno ruso de una potencial herramienta de vigilancia, sino que no tiene en cuenta la dificultad que puede suponer su cumplimiento en algunos dispositivos.
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