No sólo no hacía nada lo que prometía, sino que lo poco que hacía era generar inestabilidad en el PC
El desembarco de Windows 95 (y con él, en la mayoría de los casos, de la informática personal) en los hogares de medio mundo no estuvo exento de problemas: muchos de los PCs ya disponibles en ese momento en el mercado contaban con demasiado poca memoria RAM como para permitir usar con soltura el nuevo sistema operativo.
Y los nuevos equipos, más potentes, no estaban aún al alcance de todos los bolsillos. E incluso la memoria RAM comprada por separado vivió varios picos de desmesura de precios por aquella época, debido a desajustes entre oferta y demanda.
Un nicho de mercado: los placebos para la RAM
De tal modo que se creó el escenario perfecto para la irrupción de los estafadores. Y muchos de ellos lo hicieron con un mensaje muy sencillo: 'Tranquilo, usuario, el software puede ayudarte a solventar las limitaciones del hardware. Apoquina'.
En realidad, eso no era del todo falso: ya en tiempos pre-Windows 95, salió al mercado el software Disk Double, que prometía, literalmente, doblar el espacio en disco. Lo hacía, sencillamente, comprimiendo todos los archivos del mismo… con un gasto extra en consumo de CPU que, por aquel entonces, salía rentable.
Pero entonces, tras el lanzamiento de Windows 95, llegaron nuevos desarrolladores de software con la promesa de repetir esa gesta con la memoria RAM. Y a la cabeza de todos ellos se encontraba Syncronys y su producto SoftRAM 95.
SoftRAM prometía replicar el éxito de los duplicadores de disco con la memoria RAM, ahorrando así al usuario miles de dólares en el proceso. Para los más escépticos, la aplicación contaba con un impresionante panel con medidor incluido que mostraba cuánta memoria adicional estabas ganando al usarlo.
Nada bajo el capó
El problema es que lo único que ese software hacía bien era eso, mostrar un medidor, pero el dato carecía de ninguna verosimilitud… y, por debajo de su resultona interfaz, no estaba haciendo realmente nada útil para lograr su prometido objetivo. Era, en resumen, un fraude.
Cuando los ingenieros de otras compañías (empezando por la propia Microsoft) empezaron a mirar por debajo del capó de SoftRAM, descubrieron que la app sencillamente aumentaba el tamaño del archivo swap de Windows (complementaba la RAM usando el disco duro) y activaba el modo de depuración… lo que ralentizaba todo el sistema.
Supuestamente, SoftRAM debería haber estado comprimiendo los bloques alojados en el archivo swap del disco, y reduciendo además el número de lecturas/escrituras en el citado archivo swap. Pero no ocurría nada de eso.
No sólo no era capaz de comprimir el contenido de la memoria, como prometía, sino que cuando varios procesos intentaban acceder simultáneamente al sistema, también aumentaba su inestabilidad, generando cuelgues y pantallazos azules.
Raymond Chen, desarrollador de software en Microsoft, lo explicaba así:
"En otras palabras, su cacareado algoritmo de compresión pendiente de patente sólo era 'copiar los datos sin comprimir'".
"Si dos subprocesos comenzaban a paginar memoria [esto es, acceder al archivo swap] al mismo tiempo, el controlador [de SoftRAM] corrompía sus estructuras de datos debido a la concurrencia. […] es por eso que Windows 95 fallaba: sin darse cuenta, estaban simulando un disco duro roto".
Finalmente, pudo demostrarse fehacientemente que el programa no cumplía con sus promesas: Syncronys tuvo que retirar SoftRam del mercado (tras haber vendido 700.000 copias a 80 $ la licencia) y la posterior investigación de la Comisión Federal de Comercio llevó a la quiebra a la compañía en 1998, dejando a su paso casi 5 millones de deudas impagadas.
No fue la única compañía con un producto similar (también tuvo cierto éxito MagnaRAM de Quarterdeck Corporation, por las mismas fechas, y también fue retirado del mercado), pero el auge y caída de Syncronys fue, desde luego, el más notable.
Imagen | GraphicMama-team en Pixabay
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