Entre 2002 y 2004, KaZaa Media Desktop (sólo 'KaZaa' para los amigos) se convirtió en 'la sensación' en el mundillo de Internet, y en un software imprescindible en muchos equipos domésticos. ¿Su funcionalidad? Intercambiar archivos, sobre todo de música y vídeo, pero por ahí circulaba de todo. Tras ese breve momento de fama, quedó en el olvido en favor de otras alternativas, y su rastro se perdió para muchos usuarios. Pero, ¿qué fue de KaZaa?
Y, sobre todo, ¿por qué estás llorando con nostalgia mientras lees esto? En realidad, puede que el tiempo pasado esté pintando de rosa tu recuerdo de este programita. Cedamos la palabra a la siempre irónica Uncyclopedia:
"Disfrazado como un servicio de música on line pionero y eficiente, KaZaa se extendió como un reguero de pólvora en Internet, y con efectos destructivos comparables. La característica distintiva del software era el bombardeo constante de anuncios".
Pero ya llegaremos a eso, vamos primero a los antecedentes.
El rey Napster ha muerto, viva el rey
1999: a las puertas del tercer milenio, cuando los hogares ya empezaban a cambiar sus módems de 56Ks por conexiones RDSI y ADSL, se lanzó la primera versión de Napster, el comienzo de una revolución en los hábitos de consumo y distribución de música y del inicio de una era de hiperactividad entre los abogados expertos en copyright (que aún no ha finalizado).
Una hiperactividad que se llevó rápidamente por delante a esta aplicación pionera... al tiempo que su hueco era ocupado por toda una nueva generación de programas de descargas de archivos.
De hecho, unos meses antes de que Napster mordiera el polvo frente a las discográficas, ya había salido la primera versión del que estaba llamado a ser su gran sucesor: KaZaa (o, siendo más precisos, KaZaa Media Desktop). Sus creadores fueron el sueco Niklas Zennström y el danés Janus Friis, cuyos nombres quizá te resulten conocidos porque, un par de años después, lanzarían al mercado otro software aún más popular, un tal Skype (cuyo protocolo de comunicación se basaba en parte en lo logrado con FastTrack).
Pero, volviendo a KaZaa, Zennström y Friis aprendieron de los errores de Napster e idearon formas de dificultar que los abogados de la industria musical les derribaran con la misma facilidad, de modo que crearon primero el protocolo P2P de Internet en que se basaban los intercambios de KaZaa (llamado FastTrack) y, por otro lado, el programa que permitía usarlo (el propio KaZaa)... y pusieron cada tecnología en manos de una empresa diferente.
Sharman Interactive, la compañía propietaria del software, tenía su sede en un paraíso fiscal del Pacífico y los servidores emplazados en Dinamarca. Otro paraíso fiscal, en este caso una pequeña isla de titularidad británica, acogía a Blastoise (operadora de FastTrack) y una tercera empresa, LEF Interactive, registró KaZaa.com en Australia.
Para liar más la cosa, Blastoise licenciaba el uso de KaZaa a terceros, como por ejemplo a los propietarios del software Morpheus, una alternativa que se hizo popular antes que el propio KaZaa (gracias a que no limitaba artificialmente la velocidad de descarga)... hasta que un impago de tarifas de licencia provocó que, de un día para otro (concretamente, el 26 de febrero de 2002), Blastoise desconectara sin previo aviso a Morpheus de FastTrack, obligando a este software a refugiarse en la red de Gnutella (menos censurable, pero también con menos contenido y peor rendimiento).
Por supuesto, nada de eso evitó que les empezaran a caer las demandas por violación del copyright. Pero, al contrario de lo ocurrido con Napster, las discográficas no fueron la única razón de la caída de KaZaa.
¿Por qué usábamos KaZaa? ¿Y por qué dejamos de hacerlo?
Nuestro protagonista destacaba frente a rivales contemporáneos como eDonkey y Soulseek por su facilidad de uso para el usuario promedio. La secuencia de KaZaa era sencilla: abrir el programa > ir al buscador > introducir el término de búsqueda > elegir el resultado preferido y darle a 'descargar'. Sin líos.
Aunque la industria discográfica terminó lanzando campañas de sabotaje basadas en llenar la red de archivos dañados o incompletos, buscando la frustración del usuario. Terminó siendo fácil encontrar resultados... pero no que esos resultados terminaran siendo útiles.
Pero, además, todos los líos que KaZaa nos ahorraba a la hora de usarlo, lo compensaba generándolos a la hora de instalarlo. Y no porque la instalación fuera difícil, sino porque una vez que empezó a ganar fama, sus responsables no tuvieron mejor idea que rentabilizarla llenando el paquete de instalación de spyware y adware que, entre otras muchas cosas, alteraba la página de inicio y de error 404 del navegador, insertaba una barra de 'herramientas' (publicidad) en el mismo, y capturaba datos de navegación de los usuarios.
Esto provocó una reacción de profundo cabreo en la comunidad de usuarios, y no tardaron en salir a la luz versiones no-oficiales cuyo mayor reclamo era mantener la funcionalidad de KaZaa suprimiendo todo el malware anexo. Aunque carecemos de datos de uso, lo que recuerdo de aquella época es que KaZaa Lite (la principal de dichas alternativas) terminó siendo tan o más popular que el cliente oficial.
La reacción de los responsables de KaZaa fue profundamente hipócrita: demandó a los creadores de KaZaa Lite por "vulnerar su copyright". ¿Captáis la ironía del asunto, verdad? Su creador, por supuesto, le respondió como respondían por aquel entonces los defensores del P2P a las discográficas y distribuidoras de cine: que su existencia no sólo no dañaba a KaZaa, sino que aumentaba su mercado gracias a los usuarios que, de otra forma, sencillamente habrían abandonado la 'opción oficial'.
Fallecido KaZaa Lite, su lugar lo terminarían ocupando Diet KaZaa, KaZaa Lite Tools o K-Lite: todos ellos requerían tener instalado el software original, para evitar incurrir en el mismo error legal que KaZaa Lite. Pero los usuarios estaban empezando a cansarse de tanto cambio y problema. KaZaa ya no era una opción para buscar archivos 'sin líos'.
Una muerte ignominiosa
Finalmente, la competencia de un nuevo y eficaz software P2P (Ares) y el verse enterrados en querellas, provocó que los propietarios de KaZaa se terminaran rindiendo en 2006 y aceptaran pagar 79 millones de euros en indemnizaciones y 'legalizar' su negocio en decadencia. Al mismo tiempo, fueron demandados también por los responsables de Morpheus, recurriendo a una ley diseñada contra las tácticas mafiosas, por lo ocurrido cuatro años antes.
Entonces, la marca 'KaZaa' entró en el típico ciclo de todas las marcas fracasadas, que se ven sucesivamente revendidas a precios cada vez menores a compañías que intentan rentabilizarlas, dedicándolas a nuevos menesteres. Así, cinco años más tarde, en 2011, supimos de una aplicación móvil de KaZaa que buscaba cambiar el P2P por el streaming musical para competir con una estrella en ascenso, un tal Spotify. Antes de eso, los propios padres de KaZaa, Zennström y Friis, habían intentado hacer lo propio con Rdio.
Larga vida al rey Spotify. Pero eso es una historia para otro momento.
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