El 2017 apenas acaba de empezar, pero Uber ya lo tiene bien atragantado. Y eso que el año pasado ya parecía no poder ir peor, con siete sindicatos europeos y americanos plantándoles cara plantan cara por feudalismo digital, acusándoles no ofrecer derechos para sus trabajadores. También se les juntó el cierre de su división China, y los 3.000 millones de dólares en pérdidas con los que cerraron el año.
Pero como decimos, el año actual se les está dando aún peor, con campañas sociales que incitan a sus usuarios a dejar de utilizar la plataforma, destapándose su cultura del desenfreno y su sexismo interno o, ya para rematar, descubriéndose una aplicación con la que trataban de burlar a las autoridades. ¿Pero qué es exactamente lo que está pasando en Uber, de qué van todos estos casos y cómo puede acabar la empresa?
Y es que no podemos olvidar que Uber no sólo es una empresa importante por el servicio que ofrece. Su mecánica de funcionamiento utilizando la filosofía P2P ha calado tanto que se ha visto replicada por muchos otros servicios, hasta el punto que cuando nos referimos a ellas como "El Uber de..." Por lo tanto estamos ante un servicio revolucionario que podría estar comiéndose el mundo, pero que en lugar de eso parece que su popularidad está cayendo en picado por culpa de sus propios errores.
Una tormenta llamada #DeleteUber
El primer gran problema de Uber llegó por arriesgar demasiado. En la primera semana tras la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, cuando tras la prohibición de que inmigrantes de determinados países mulsulmanes pudieran acceder al país, el sindicato de taxis de Nueva York se movilizó en contra paralizando el servicio.
Concretamente, los taxistas se negaron a recoger pasajeros en el aeropuerto JFK de Nueva York durante una hora el sábado, e hicieron un llamamiento para que plataformas sociales como Uber o Lift se uniesen a sus protestas. La respuesta de Uber llegó, pero no como se esperaba. Cancelaron el aumento de precios por viaje, que se suele activar cuando la demanda sube.
Surge pricing has been turned off at #JFK Airport. This may result in longer wait times. Please be patient.
— Uber NYC (@Uber_NYC) 29 de enero de 2017
Vamos, que vieron una oportunidad de negocio e intentaron sacarle provecho yendo en la dirección opuesta a los taxistas. Los usuarios enseguida acusaron a la empresa de intentar reventar las protestas e intentar sacar provecho, y empezaron a movilizarse en su contra con el hashtag #DeleteUber. Con él incitaban a que el máximo número de usuarios desinstalase Uber y dejase de utilizarlo, un boicot en toda regla.
Finalmente, la orden ejecutiva de Trump fue revocada por los tribunales, pero el daño ya estaba hecho para Uber. En menos de una semana perdió 200.000 usuarios y su CEO, Travis Kalanick, acabó decidiendo tomar la medida drástica de anunciar su renuncia a su puesto como asesor de Donald Trump.
Travis Kalanick se pelea con un empleado
La tormenta no acabó ahí, y tampoco las malas decisiones de Travis Kalanick. Medio mes después, se filtró en la red un vídeo en el que se podía ver al CEO de Uber discutiendo acaloradamente con uno de los conductores de Uber Black, el servicio de lujo de su aplicación. Y no sólo eso, sino dedicándole unas palabras nada amables al final.
Tal y como se ve en el vídeo, el conductor del vehículo le empezó a explicar que, al ser un trabajador independiente, había tenido que cargar el sólo con los gastos de comprar un coche a la altura del servicio de lujo, pero que por culpa de las continuas bajadas de las tasas de la aplicación se estaba quedando en la ruina. Parece que Kalanick no se tomó bien la crítica y, tras discutir con él, se fue dando un portazo.
"He perdido 97.000 dólares por tu culpa. Estoy en la bancarrota por tu culpa", le recriminaba el conductor al CEO del servicio. Ante las acusaciones, Kalanick soltó una de esas frases memorables que quedan para la posteridad: "A algunas personas no les gusta asumir la responsabilidad de su propia mierda. Le culpan de todo en su vida a alguien más. ¡Buena suerte!"
Como decimos, el encuentro acabó con un portazo, y con el conductor puntuando con una estrella al jefazo de la empresa con la que trabaja. Desde luego, esto ha supuesto una lección maestra sobre cómo no tratar a los empleados, así como una nueva polémica que ha ayudado a agrietar aún más la imagen del servicio.
Valores, abuso y sexismo
También a mediados de febrero, la ex-ingeniera de Uber Susan Fowler publicaba en su blog personal una entrada hablando de cómo se había sentido mientras trabajaba para la empresa de Kalanick. En ella hablaba de cómo había sufrido discriminación y acoso sexual por parte de sus superiores, algo a lo que, para más inri, el departamento de recursos humanos de la compañía intentó quitar importancia.
El caso hizo que de nuevo la prensa posase su mirada sobre Uber, y recordasen casos como cuando en un artículo publicado por GQ en 2014, Kalanick se refería a la empresa como "Boob-er" por cómo le facilitaba atraer y conquistar a mujeres por su posición.
También se recordaron los 14 valores culturales de Uber, polémicos al incluir no sólo la obsesión con la calidad y la innovación, sino también la ferocidad y la necesidad de competir mano a mano con los compañeros. Este enfoque tan pragmático ha llevado a que Uber viole leyes locales y critique a sus competidores en una carrera para expandirse lo antes posible.
Y bueno, tal y como os contamos, la cultura del desenfreno de Uber también ha sido popular cuando saltó a los titulares una reunión global en Las Vegas a finales de 2015, una fiesta al más puro estilo de "El lobo de Wall Street". En ella hubo de todo: montones de alcohol y expediciones al casino, consumo de cocaína entre los empleados en los lavabos de las fiestas privadas, y acoso por parte de algún gerente a las empleadas femeninas.
Este tipo de fiestas como habéis visto no son nuevas, pero el post de Susan Fowler hizo que resucitasen todas ellas. Esto, añadido a las dos polémicas anteriores que también hemos mencionado, crearon una tormenta perfecta a la que sólo le faltaba una última guinda.
"Greyball", una app para evitar a las autoridades
Y esta guinda ha sido el último escándalo que este fin de semana ha sacudido a Uber, el del programa "Greyball". Como os hemos contado, esta aplicación minaba los datos de geolocalización de sus clientes, los datos de sus tarjetas de crédito y sus hábitos de utilización de la aplicación. También espiaba sus perfiles en redes sociales.
La misión de este espionaje era el de tratar de descubrir cuales de sus usuarios podrían ser agentes que trabajasen para organizaciones gubernamentales, algo especialmente importante a la hora de operar en países en los que aún no tenían permiso para hacerlo. Un juego del gato y el ratón con las autoridades para ir haciendo dinero mientras conseguían poder operar oficialmente.
Pero la cosa no queda ahí, porque al parecer la aplicación también permitía cancelar o ignorar los viajes que, por ser solicitados desde lugares cercanos a agencias y oficinas de las autoridades locales, fueran sospechosos de ser trampas para controlar la aplicación. También permitía mentir a los usuarios mostrando imágenes de "coches fantasma" para dar la sensación de estar en zonas donde realidad no estaba, y tener una mayor presencia ficticia. que Uber tenía coches circulando en zonas en las que en realidad no lo tenían y así despistar a las autoridades.
Como hemos visto antes, Uber es una empresa con ego, y ni siquiera ha intentado negar que esta aplicación funcionase así. En su lugar, han dicho que las tácticas las han utilizado únicamente en los países donde aún no tenía permiso para operar, pero tampoco les habían prohibido expresamente. Aseguraron de paso que la aplicación la han ido utilizando cada vez menos según han ido consiguiendo el derecho para operar en cada vez más sitios.
Como veis, Uber está teniendo un principio de año de lo más ocupado. De momento no se sabe hasta qué punto todas estas polémicas harán mella en sus ya maltrechos números, pero de momento están provocando que cosechen una mala fama que podría pasarles factura en el futuro. Pero el año todavía es muy largo, o sea que aún quedan meses para ver si Kalanick y los suyos enderezan el rumo del barco o si siguen tropezándose por el camino.
En Genbeta | Abusos y sexismo en Uber: una mirada a la cultura del desenfreno de la empresa
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