Si una cuenta de Twitter es derribada sin que haya nadie cerca, ¿hace ruido al caer? Pues al parecer, hace muchísimo. Desde la llegada al gobierno de Donald Trump, todo el panorama estadounidense está patas arriba. En parte porque el nuevo presidente es un poco "especial" (como un bulldog que hubiese adquirido el don del habla), y en parte por algunas de sus primeras decisiones ejecutivas.
Una de ellas afecta directamente a distintas agencias del gobierno, concretamente las de Protección del Medio Ambiente, la NASA, la de Agricultura y la de Salud, entre otras. A estas agencias se les informaba de que eliminasen páginas web o limitasen su comunicación con el público. Esto ha llevado a la creación de cuentas "alternativas" en la red social de microblogging que forman una especie de red, y que desafían lo que perciben como intentos de Trump para acabar con la investigación sobre el cambio climático y otras áreas científicas.
El movimiento de resistencia cobró fuerza el pasado martes, después de que se borrasen tuits de la cuenta del Badlands National Park de Dakota del Sur en los que se hablaba del cambio climático. Esta cuenta, por cierto, está administrada por el Departamento de Interior.
Un oficial del paque dijo que los tuits los había realizado un antiguo empleado que ya no tenía permiso para usar la cuenta y que se había "alentado a la agencia" para hablar, única y exclusivamente, de información de seguridad y sobre el parque. Entre las instrucciones recibidas, estaba la de evitar a toda costa asuntos relacionados con las políticas nacionales.
Pocas horas después nacía todo el fenómeno de estas cuentas, que siguen tuiteando a diario y que usan como blasón los logotipos de las agencias donde trabajaban. Y como los feeds de Twitter fueron creados y publicados de forma anónima como cuentas privadas, están fuera del control del gobierno.
Los ciudadanos deben seguir informados
Aprovechándose del medio favorito de Donald Trump para lanzar sus (cortos) discursos, estas cuentas han "tomado prestados" los nombres de las agencias reales y sus logotipos. ¿El objetivo? Protestar contra las restricciones gubernamentales que ven como censura, al tiempo que se presentan como plataformas que escapan al control de la Administración Trump para difundir su mensaje.
¿Por qué? Pues según informan desde Reuters, el gobierno habría proclamado directivas que obligan a no difundir información sobre problemas medioambientales. Ya conocemos la postura de Donald Trump sobre el cambio climático: no existe, es un invento de los hippies y de los demócratas. El planeta está bien, etc.
Distintos empleados de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), del Departamento de Interior, del de Salud y Servicios Humanos y del de Agricultura, habrían confirmado la existencia de dichas directivas, en las que no sólo se restringe su comunicación con la ciudadanía, sino también con los medios de comunicación (a los que Trump ya se ha puesto en contra).
A los científicos no les quedaba otra: el público tiene que seguir informado, especialmente cuando su gobierno parece estar decidido a poner en práctica políticas que pueden ser fundamentalmente perjudiciales. Por eso existen estas cuentas de resistencia, por eso el activismo es fuerte en Twitter.
Una de las que más seguidores tiene es @AltUSNatParkService, que cuenta con 1,23 millones de seguidores y que no se están quedando callados a la hora de desvelar ciertos desmanes del nuevo presidente de los Estados Unidos, como por ejemplo presionar al jefe del Servicio de Parques Nacionales para que "demostrase" que los medios mentían sobre los asistentes a su toma de posesión:
Trump pressured National Parks chief for photos to prove 'media lied' about inauguration crowd. https://t.co/ZvFrmdYCsR
— AltUSNatParkService (@AltNatParkSer) 27 de enero de 2017
Y no es el único que recibe presiones. Hace poco tiempo, un empleado del Departamento de Interior recibió la orden de no seguir tuiteando. Al parecer, dicho empleado habría cometido el pecado de re-publicar enlaces que hablaban de la baja asistencia a la toma de posesión del nuevo presidente.
Otra de las más interesantes es @RogueNASA, una cuenta que muestra un pequeño _disclaimer_ en su presentación: "Equipo de 'resistencia' no oficial de la NASA. No es una cuenta oficial." El equipo que la coordina quiere animar a sus seguidores a que los lean para conocer "noticias y hechos sobre ciencia y el clima. NOTICIAS REALES, HECHOS REALES".
Great news. We cannot let the Trump administration ignore or stifle important climate research. https://t.co/yh7IMLOrbW
— Rogue NASA (@RogueNASA) 27 de enero de 2017
Entre sus seguidores encontramos celebridades y activistas anti-Trump muy conocidos, como el actor George Takei, famoso por su papel en la serie y en las películas de Star Trek:
We're not going lie. We fangirled a little about this tweet. Okay, fine. A lot. ❤️ https://t.co/nv1xP8QERJ
— Rogue NASA (@RogueNASA) 27 de enero de 2017
Estos son sólo dos ejemplos, pero existe una lista compilada por la periodista Alice Stollmeyer en la que se pueden consultar todas las cuentas "alternativas".
¿Se convertirá esto en la norma en el futuro?
Estas cuentas generan una serie de preguntas realmente fascinantes. La primera de ellas sería si se convertirán en algo normal en las naciones Occidentales, que generalmente no tienen una historia de "gobiernos en el exilio" (España, por ejemplo, sí lo tuvo). Se podría imaginar que cada agencia de cada gobierno del mundo tiene empleados que no están de acuerdo con ciertas políticas, y que tienen un outlet perfecto para lanzar mensajes de resistencia en lugares como Twitter.
Otra de las preguntas tiene que ver con la seguridad operacional de quienes las gestionan: ¿las están enlazando a cuentas de correo anónimas? ¿A cuentas protegidas por autenticación en dos pasos? ¿Comparten sus credenciales de acceso o se las guardan para sí, de forma que la contraseña no se pueda ver comprometida?
Uniendo todos estos elementos, lo que obtenemos es un caso fascinante del uso de las redes sociales dentro del activismo. Hasta ahora habían sido ciudadanos descontentos los que se lanzaban a estos menesteres, algo que en este país sirvió para crear un nuevo pacto antiterrorista entre los dos grandes partidos, que más tarde desembocaría en la llamada "ley mordaza". En resumidas cuentas, acallar a los que protesten.
Ahora son empleados de agencias gubernamentales descontentos con las políticas de sus gobiernos los que lanzan estas campañas de activismo, de forma que pueden servir como "portavoces" alternativos a las fuentes oficiales. Claro que, esto podría desembocar en futuros escándalos de noticias falsas, pero dado que por ahora las cuentas parecen nutrirse de fuentes de reputación y confianza, no parece ser un problema de momento.
No obstante, la creación de cuentas no oficiales que sí parecen auténticas supone un importante desafío para los gobiernos. Especialmente para cómo intercambian mensajes y cómo interactúan con su ciudadanía. Tomemos el ejemplo de Rusia. El país eslavo es conocido por sus hackers y, más recientemente, por su supuesta intervención en las últimas elecciones presidenciales. Podrían no tardar mucho en empezar en usar este mismo sistema, ya sea para lanzar mensajes contra Putin sin tener que temer por su vida o para, de nuevo, extender noticias falsas que afecten a otros países.
Al final, el auge de este "ejército alternativo" de Twitter ofrece muchas lecciones a los gobiernos conforme se alejan de los confines de los canales reservados de comunicación, como las conferencias de prensa y las webs restringidas. Las redes sociales están abiertas y puede usarlas cualquiera, y será interesante ver cómo evoluciona todo este asunto en el futuro.
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