La noche del pasado domingo un hombre armado entraba en una pizzería de Washington D.C. y abría fuego. Por suerte no hubo heridos. El pistolero más tarde declaró haber estado ahí para "investigar por su cuenta" una teoría conspiratoria falsa llamada "Pizzagate".
Pizzagate empezó como una conspiración con alcance limitado, pronto se extendió a las redes sociales a través de plataformas como Facebook, Twitter y Reddit con la ayuda de sitios de noticias falsas derechistas. Recordamos que Facebook ha tenido un 2016 cargado de problemas con las noticias falsas.
Las redes sociales se enfrentan a una epidemia de farsas virales, lo que está provocando serias amenazas a la seguridad del proceso democrático de países como Estados Unidos. Aunque Marck Zuckerberg inicialmente negaba que las noticias falsas publicadas en su plataforma alteraban las opiniones de millones de votantes, en BuzzFeed informaban de que la mayoría de los usuarios las tomaban por ciertas.
Casi dos tercios de los 156 millones de usuarios activos que Facebook tiene en EE.UU. consumen noticias regularmente a través de su _feed_ de la red social. Teniendo en cuenta que unos 136 millones de personas votaron en las últimas elecciones presidenciales, es fácil ver por qué las noticias falsas son un problema para el sistema democrático del país.
En España sucede algo similar cuando se trata de ciertos partidos políticos, en un proceso que el periodista Jordi Évole llamó "la maquinaria del fango". No es difícil ver en el _feed_ de Facebook que, por ejemplo y poniendo casos extremos, ahora cierto político de derechas desayuna carne de bebé con salsa barbacoa y que cierto político de izquierdas sacrifica vírgenes en nombre de Satanás.
Evidentemente ninguno de los casos es algo cierto, pero muchas personas comparten los artículos sin haberlos leído, quedándose sólo con el titular. Esto implica una aceptación de una verdad simplista, que se reduce a lo primero que al lector se le cuenta, y que ayuda a extender algo falso como la pólvora.

Los periodistas, por tanto, se encuentran en una posición incómoda. Se ven obligados a diferenciar el trabajo que hacen del que hacen los que se dedican a crear noticias falsas. Esto nos lleva a otro artículo publicado por BuzzFeed, en el que se hablaba de un grupo de adolescentes macedonios que usaban su red de sitios falsos pro-Donald Trump para convertir clics en dinero.
Los periodistas no son los primeros en enfrentarse a este tipo de problema. La ciencia tiene su propio problema de noticias falsas, la llamada pseudociencia, y las apuestas son igualmente altas.
La epidemia de las noticias falsas de la ciencia
Desde que existe la medicina los charlatanes llevan intentando vender curas falsas, y ahora webs como Natural News llenan las redes con artículos nocivos sobre pseudociencia. Mensajes antifarmacéuticas y antivacunas que ponen a millones de personas en riesgo de contraer enfermedades que pueden prevenirse.
La comunidad científica ha intentado exponer públicamente a estos impostores. La FTC recientemente cargó contra la homeopatía, a la que conceder el grado de medicamento es un grave error. Esta industria genera 1.200 millones de dólares al año en ventas a pesar de su cuestionable relación con la medicina, e incluso la NASA ha decidido tomar parte contra la mucha menos amenazadora pseudociencia de la astrología.
Aunque el problema de las noticias falsas parece algo nuevo, el asunto de distinguir entre ciencia y pseudociencia viene de muy lejos. Es lo que normalmente se denomina "problema de demarcación", y webs como Facebook harían bien en tomar notas de los aciertos y los fallos de la ciencia.
Una solución potencial: la verificación
A mediados de 1990 un grupo de filósofos conocido como "empíricos lógicos" propusieron una solución simple al problema de demarcación: una declaración sólo puede ser científica si puede ser verificada, si se puede asegurar que es cierta al 100%.

Mucho de lo que se considera noticias falsas no incluye ninguna fuente y fallaría automáticamente este proceso de verificación. Los artículos de este tipo incluyen detalles, sí, pero a menudo son elaborados para la ocasión -volvemos de nuevo al ejemplo de desayunar carne de bebé con salsa barbacoa-.
Ayudándose de herramientas como por ejemplo la web Verification Junkie, Facebook podría contar con un directorio de herramientas específicas para "verificar, validar y asegurar la veracidad de informes de testigos y contenido generado por usuarios en Internet".
La verificación es una de las claves del método científico y la medicina basada en evidencias, y no es difícil ver cómo la regla podría ser aplicada a las noticias falsas: comprobar las fuentes -como podrían ser testigos o imágenes- y comprobar que el artículo ha sido honesto en su representación del material.
La verificación se complica en el caso de fuentes anónimas. Que haya terceras partes implicadas en el proceso es uno de los pasos que Facebook dice que dará para evitar que las noticias falsas se sigan extendiendo.
Otra solución posible: la falsabilidad
La verificación dista mucho de ser un método infalible. El filósofo Karl Popper señalaba que cualquiera puede hacer que una aseveración parezca científica haciendo declaraciones vagas y eligiendo con cuidado pruebas verificables. Popper sugería que la clave para determinar si una aseguración era científica era comprobar si podía ser verificada, aunque con el tiempo se pudiera acabar revelando como falsa.
Argumentaba que aunque la astrología podía apuntar a un gran número de predicciones aparentemente correctas, estas eran tan vagas que siempre podían ser reinterpretadas hasta que fuesen ciertas: eran totalmente imposibles de dar por falsas.

Al igual que la astrología, las teorías de la conspiración enmascaradas como noticias tienden a venir acompañadas de varias páginas de "pruebas" vagamente relacionadas. Al mismo tiempo intentan evitar declaraciones que puedan ser probadas falsas de forma definitiva.
Sin embargo, la falsificación no evita la publicación de falsas historias. Business Insider publicó que Donna Brazile, presidenta interina de la Convención Nacional Demócrata, no filtró preguntas de un ayuntamiento a la campaña de Clinton. Como se podían descubrir nuevas pruebas que demostrasen lo contrario, la aseveración podía ser declarada como falsa.
Efectivamente, se presentaron nuevas pruebas. Business Insider se vio obligado a rectificar añadiendo una nota de disculpa. Al menos, el proceso de falsabilidad asegura que tanto la ciencia como el periodismo pueden autocorregirse.
Un plan para el futuro
No todo el mundo está de acuerdo con estas soluciones ni con la legitimidad del problema. El anarquista Paul Feyerabend, que murió en 1994, creía que diferenciar entre ciencia y pseudociencia era un intento de acallar a los disidentes de la corriente principal.
A pesar de que la comunidad científica lleva años intentando solucionar el problema de demarcación, la noticia sobre el cambio climático más popular de los últimos seis meses era una aseveración desacreditada de que "decenas de miles de científicos declaran el cambio climático es una farsa".
El problema con las noticias falsas va más allá de la diferenciación entre lo cierto y lo falso. También tiene que ver con impedir que se extiendan. Facebook podría aprender una importante lección de la FTC, que ahora pide a los productos homeopáticos que adviertan de que no poseen base científica en su etiquetado.

En lugar de censurar _posts_, lo que Facebook podría hacer es atacar la naturaleza viral de las noticias falsas y educar a los usuarios desplegando advertencias e información adicional útil en la forma de una etiqueta de contenido.
La red social sugirió que añadiría dichas etiquetas a las noticias falsas, incluso se publicaron capturas de pantalla de esto. Al final se demostró que no procedían de la red social tal y como se publicó en USA Today. En realidad se trataba de una extensión para el navegador llamada B.S. Detector. Como hemos comentado anteriormente, un enlace a una web especializada en verificación de noticias podría limitar de forma significativa el alcance de las noticias falsas.
Sin tener encuenta el tipo de aproximación al problema que Facebook pueda adoptar, debe aclarar su posición y hacerlo rápidamente. La plataforma haría bien en tomar nota de los científicos que llevan luchando contra la desinformación durante décadas, o se arriesgan a quedar para la historia como el lugar menos fiable donde consultar noticias.
Imagen | geralt
En Genbeta | Facebook y Google dan los primeros pasos contra las noticias falsas y el discurso del odio
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mauri.ariel
"Los periodistas, por tanto, se encuentran en una posición incómoda. Se ven obligados a diferenciar el trabajo que hacen del que hacen los que se dedican a crear noticias falsas. "
Yo lo cambiaría por "periodistas serios", porque en cuanto a noticias falsas, no solo vienen noticias falsas de grupos de adolescentes macedonios. Solo basta darte una vuelta por los diferentes "periódicos" deportivos, y especialmente por su versión web, para toparte con fotografías manipuladas (cortes donde interesa y hasta he visto jugadores borrados deliberadamente), videos cortados donde interesa y sobretodo con titulares que lo único que buscan no es más que la polémica y el click fácil.
Y he comentado solo los "periódicos deportivos", porque si nos vamos a los "serios" como ElPais, ElMundo por poner dos ejemplos, te encuentras muy de vez en cuando supuestas noticias sin dar fuente alguna amparádose en su derecho a ocultar la fuente original, pero sin contrastar ni nada. Quién me dice a mi que el editor o el periodista de turno no es afín o está en contra de quién va dirigido la noticia y le importa tres pepinos ser honesto y prefiere meter mierda???
Facebook simplemente es un canal que ha facilitado y digamos democratizado el arte prehistórico de mentir y meter mierda (y si es posible hasta hundir) a quién te cae mal. Antes al menos hacía falta que uno se sacara la carrera de periodismo (o ser simplemente político), ahora con internet y algo de anonimidad ya basta.
Mi duda es que si a Facebook se le pide que aprenda a tratar las noticias falsas, qué le pedimos a los medios tradicionales tipo prensa (en papel o web) o la misma televisión??? Con un pueblo educado bastaría, pero solo hay que ver a cuanta gente le gusta MYMYV, Sálvames, GH y similares...y apuesto que en US, UK, Francia también ocurre igual. Así nos va a todos.
ramiromartinez2
Creo que hay una errata y cuando se habla de falsificación en realidad se quiere decir falsabilidad, que no es lo mismo. Falsificar es hacer pasar algo falso por verdadero, mientras que falsar es comprobar si algo es falso.
Por tanto algo es falsable si existe algún método empírico de comprobar si es falso. Si encontramos que es falso ya está, podemos descartarlo. Si no demostramos que sea falso no significa que sea verdadero, pero aumenta nuestra confianza en que lo sea. Por ejemplo la teoría de la relatividad de Einstein puede parecer poco intuitiva, pero predice efectos medibles en el universo que la teoría de la gravedad de Newton no (predice que la órbita de mercurio es ligeramente diferente, predice que un reloj moviéndose avanza más despacio que uno en reposo, predice la existencia de ondas gravitacionales...). Llevamos cien años realizando estos experimentos y cualquiera de ellos podría haber demostrado que la teoría es falsa, pero por el momento todos coinciden con lo predicho por Einstein, hemos falsado su teoría. Haber superado toda esta cantidad de tests no significa que sea una verdad absoluta, pero nos da una cierta confianza sobre la calidad de la teoría.
Y esto mismo puede ocurrir con una noticia. Si proporciona fuentes y documentación sobre las que podemos obtener conclusiones verificables podemos preguntar a las fuentes y comprobar si la documentación es correcta. Si todas las fuentes corroboran lo publicado y los datos se corresponden con la realidad no podemos estar cien por cien seguros de que la noticia sea verdadera, pero tiene cierta calidad. Si no proporciona fuentes y se trata de una conspiración que no tiene ningún efecto observable en la realidad que se pueda comprobar para ver si coincide con lo publicado entonces no podremos asegurar que sea falsa, pero tampoco tenemos ningún incentivo para pensar que sea verdad y mejor aplicar el viejo argumento de que la explicación más sencilla suele ser la más probable y pasar de la noticia.