Durante años conocí muchos países del mundo sin gastar mucho. Soy fan de consumo colaborativo, de compartir experiencias en mis viajes y alojar a personas en mi casa, pero veo que ha perdido mucho con los años
Acabo de volver de estar unos días en París y me lo he pasado genial. Uno de los puntos más potentes de este viaje, además de descansar, reírme mucho, aprender cosas nuevas... es que el viaje nos salió baratísimo en general. El motivo: nos alojamos gratis en un piso en Montmartre.
Viajé con una amiga que está activa en en una web de intercambio de casas. Probablemente me una yo pronto a esta iniciativa, de hecho, porque la experiencia ha sido muy positiva. A ella esto le rondaba la cabeza desde hacía tiempo, y este verano se animó a dar el paso: recibió a personas en su casa en tres ocasiones diferentes. Eso le ha dado puntos suficientes para poder ir a viajar por sitios del mundo y alojarse en casas ajenas sin gastar dinero en ello.
Sobre el tema de la puntuación: cuando alguien se queda en tu casa, recibes una serie de puntos por cada noche, en vez de dinero. Y esos puntos pueden usarse como "pago" cuando te quedas luego en casa de otra gente.
Pasamos unos días en un apartamento estupendo en el barrio de Montmartre, en la parte más residencial, con la gatita de los dueños a la que tuvimos que alimentar y dar un poco de cariño, y con todas las indicaciones que pudimos necesitar de la gente que normalmente vive en ese piso y en ese barrio.
Cómo se puede viajar mucho y gastar poco
Durante muchos años yo viajaba muchísimo por muchos países del mundo. Esto pude hacerlo no solo porque teletrabajaba como yo os compartí en otras ocasiones, pero también porque era parte de plataformas de consumo colaborativo, lo que me permitía gastar menos en cada viaje para poder alargar mi estancia o poder conocer nuevos lugares.
Durante muchos años fui una usuaria asidua de Couch Surfing, lo que me permitió alojarme gratis en casa de gente cuando viajaba, conocer a muchísima gente interesante y yo también recibía a personas en mi casa cuando vivía en lugares como Sarajevo, Macedonia, Colombia o Marruecos.
También fui parte de Workway (hay muchas más webs que dan este tipo de posibilidades, como ya hemos recogido en Genbeta), donde recibes alojamiento durante unas semanas (en este caso suele ser más a largo plazo), a cambio de ayudar con un trabajo. En Argentina, Brasil y Chile pude pasar semanas en lugares geniales mientras ayudaba con las tareas de un hostal o con la limpieza de una casa.
Hay que decir que la finalidad de todo esto no es ahorrar y ya estaría. Es compartir. Es intercambiar: tiempo, experiencias, conocimiento... Personalmente, la principal razón para ir a nuevos lugares del mundo es conocer otras formas de vida y diferentes maneras de comprenderlo, descubrir otras costumbres, comidas, música.... y para ello lo mejor es quedarte con gente local.
Muchas de las personas que conocí en aquellos años siguen siendo mis amigas y amigos a día de hoy. También esa riqueza puede venir de la gente que viene a alojarse en tu casa.
Estoy de acuerdo con el CEO de Airbnb: ha perdido su esencia inicial
Con los años empecé a usar menos Couch Surfing por por un motivo muy simple: que trabajaba muchas horas. Cuando estás en casa de alguien a través de esta plataforma lo más común es que sea para compartir experiencias, y no para pasarte horas delante del ordenador y tener poco tiempo libre para tu anfitrión o anfitriona.
Tengo que decir que viajando y alojando a gente en mi casa he conocido a tantas personas que, en muchos de mis viajes actuales ya tengo alojamiento en casa de amistades, sin necesidad de recurrir a las plataformas y eso es una suerte muy grande. También yo tengo visitas a mi casa a menudo de amigas y amigos que quieren conocer mi tierra. El consumo colaborativo no se acaba en una sola interacción.
Pero además, cuando reduje el uso de Coush Surfing vi una posibilidad alternativa: en el Airbnb original. En el que tenía su esencial inicial. Cuando Airbnb salió a la luz se presentaba como una especie de Couch Surfing, pero de pago: el visitante pagaba y el huésped podía recibir un dinero que le ayudase a hacer frente a los gastos de su hogar o de sacar algo de rentabilidad a su propiedad. De hecho, al principio se englobaba dentro del término consumo colaborativo.
Alojarme en Airbnb me daba la oportunidad de quedarme en casas de gente local que podían enseñarme como era la vida en los lugares de destino pero, al mismo tiempo, el hecho de pagar hacia que no fuera tan obligatorio dedicar tanto tiempo a a estar con las personas.
La falta de legislación y control acabó convirtiendo esta idea en una empresa multimillonaria más cuyo fin ya no es compartir, sino hacer dinero. No es ningún secreto que grandes empresas se han hecho con edificios enteros en el centro de las ciudades encareciéndolas. Tampoco es un secreto que la gente ya no viaja en Airbnb para juntarse con los locales. De hecho, el modelo más común es totalmente impersonal: ya, de base, recoges las llaves en un cajetín que se abre con un código.
Hace un tiempo, Brian Chesky, su CEO, afirmaba en una conferencia que el sistema de la plataforma de alquiler "está roto" puesto que ha perdido esa esencial inicial y los precios de los alquileres que presenta han subido mucho.
El CEO recordó que esta nació como una disruptiva plataforma tecnológica donde los “viajeros aventureros” podían comprar y vender productos (en este caso, habitaciones o casas), procesar pagos seguros y dejar reseñas y que ese sistema fue creado "por una empresa mucho más pequeña que creció” muchísimo. Reconoció que su empresa no tenía aun bien marcados los cimientos cuando su crecimiento la desbordó, y aceptó ese enorme crecimiento sin fisuras.
El intercambio de casas mantiene esa esencia inicial del cuidado por el lugar donde te alojas, por ser cordial en las relaciones, por compartir puntos de vista e intereses, si se puede. Mi amiga que es parte del programa está encantada con las personas que ha conocido alojadas en su casa y en estos días en París solo coincidimos la última noche con nuestra anfitriona porque estaban de viaje, pero durante toda la estancia estuvimos en contacto porque además teníamos que cuidar de su gata, muy cariñosa y sociable, ella.
No solo Airbnb: ¿se ha roto el consumo colaborativo?
Esto no ha pasado solo con los alojamientos en los viajes. Otras plataformas que venían a cambiar el mundo y la forma en que consumimos servicios, han logrado simplemente quedarse en una empresa más cuyo objetivo es crear dinero aunque sea puede ser a costa de trabajadores mal pagados.
Por ejemplo Uber u otras VTC que prometían permitir a las personas generar un dinero extra haciendo pequeños viajes con sus coches, hasta que empresas e inversores han amasado grandes flotas de coches y tienen a trabajadores conduciendo por un salario fijo o por comisiones.
Tenemos otros ejemplos como la app de reparto Glovo que se planteaba como una forma de que las personas pudieran obtener un dinero extra y acabó siendo condenada por abusos laborales teniendo a falsos autónomos trabajando sin protección social.
En el caso de los patinetes eléctricos, que prometían una revolución más ecológica en la forma de movernos por las ciudades, también ha encontrado graves escollos para cumplir esa promesa.
Imagen | Bárbara Bécares
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