Que uno de los temas más polémicos del futuro de los medios digitales se encuentra protagonizado por los bloqueadores de anuncios, es una realidad innegable y un debate que ha ido subiendo de temperatura durante los últimos meses. Un problema que se acució cuando el propio Edward Snowden decidió recomendarlos y que actualmente se ha convertido en una de las batallas más duras de Internet.
Un asunto controvertido que podría acabar con el periodismo online (e Internet en general) tal y como lo conocemos hasta ahora y una guerra en la que no son pocos los que han empezado a tomar medidas. Los últimos en hacerlo han sido los periódicos franceses, que han iniciado una campaña contra esta clase de herramientas. Así es su lidia.
La iniciativa francesa
De esta manera y organizados bajo la asociación de editores online GESTE, los periódicos bretones más populares (entre los que se cuelan Le Monde, Le Parisien, L´Équipe y hasta el servicio de streaming musical Deezer) han estrenado una iniciativa que durará tan solo una semana y que obligará a los internautas a desactivar los bloqueadores de anuncios. Algunos, no obstante, tan solo se lo propondrán.
Su intención, así, no es otra que la de concienciar a los lectores de la importancia y el valor de la publicidad como principal fuente de financiación, un imprescindible para que puedan seguir desempeñando su labor y ofreciendo sus servicios. Una propuesta más que necesaria en un momento en el que 3 de cada 10 usuarios franceses se sirve de estos sistemas y que se suma (tardíamente) a otras llevadas a cabo por medios internacionales.
Una iniciativa que L’Express explica en un artículo, afirmando que la publicidad se trata de una “necesidad que no pueden evitar” y que ha sido dada a conocer por The Guardian y The Verge, que también revelan que los bretones estarían ofreciendo también un sistema de descuentos en las suscripciones para aquellos que cumplan con determinados requisitos.
No son los únicos
Por otra parte, y dejando a un lado también que los medios alemanes fueron los primeros en reaccionar; a mediados de este mismo mes los editores suecos confirmaron su hartazgo con este problema y anunciaron que, a partir de agosto, también impedirían el acceso a aquellos que empleasen adblockers en su navegador. Una iniciativa que causará ciertas molestias a aquellos que no desactiven los bloqueadores, pues no podrán más que ver el contenido sesgado, repleto de artículos incompletos y vídeos que no se reproducen correctamente.
El proyecto –del que forman parte el 90% de los medios nacionales-, sin embargo, no es fruto de un enfado, sino que lo tratarán como un experimento que llevarán a cabo durante su colaboración con la IAB (International Advertising Bureau) con el objetivo de encontrar una manera de estandarizar la publicidad que se muestra en sus páginas y concienciar a un porcentaje suficiente de usuarios para que los desinstalen y comprendan que este es el sistema con el que obtienen los ingresos necesarios para seguir funcionando.
Un planteamiento imprescindible en un contexto en el que el uso de los adblockers ha crecido en al menos un 30% en poco menos de un año. A la espera de su puesta en escena es interesante plantearse cuál será la reacción de los internautas y no solo eso, sino que los resultados podrían constituir un excelente punto de referencia para acciones similares.
Otros de los diarios que han tomado medidas al respecto han sido Wired , The Mirror, The Telegraph, The New York Times, Forbes y The Guardian. Por su parte, Amazon y Yahoo no han querido quedarse atrás. Esta última, además, fue de las primeras multinacionales en llevar a cabo esta clase de medidas; una determinación que le valió numerosas críticas y cientos de insultos en redes sociales.
Daños ¿colaterales?
Al margen de los medios de comunicación en sí mismos, no podemos dejar de comentar que existen otros afectados directos por los bloqueadores. De hecho incluso algunos navegantes y minoristas podrían convertirse en sus víctimas. En el caso de los primeros nos estamos refiriendo, principalmente, a la posibilidad de que los anunciantes paguen a los desarrolladores de estos sistemas para poder esquivarlos; una opción que difumina la transparencia del periódico en cuestión, pues el cliente carece de la información que le indica las razones de por qué unos anuncios han sido vetados y otros no.
Respecto a los segundos y por ejemplo, los habituales de Crystal podrían ver mermado el rendimiento de sus iPhones en sus sitios de correo electrónico, en especial en aquellos que pertenecen a minoristas de la talla de Sears, Lululemon y Wall-Mar. Un inconveniente que, hace unos meses, recogió la revista Fortune y sobre el que les advirtió el CEO de Branding Brand, asegurando que los contenidos y enlaces fallaban; algo que podía provocar que los clientes pensasen que el problema radicaba en la web.
Las redes sociales como Facebook tampoco se quedan atrás. De hecho, la comunidad de Zuckerberg reconoció recientemente que el avance de los adblockers en el teléfono móvil constituye un riesgo para sus ingresos; algo que no nos sorprende si tenemos en cuenta no solo que 823 millones de sus habituales se sirven de su smartphone para acceder a la plataforma, sino también que hasta el 80% de los ingresos procedentes de la publicidad vienen de los anuncios mostrados en las versiones móviles.
En todo caso y analizado el panorama, lo cierto es que el uso de esta clase de utilidades plasma la insatisfacción de los lectores, que han decidido “hablar”, demostrando que no están dispuestos a soportar más pop ups, intersitials ni otros anuncios tremendamente intrusivos que les causan no pocas molestias.
Un asunto en que deberá encontrarse un equilibrio que satisfaga a todas las partes y que, en nuestra humilde opinión se encuentra lejos de esta censura; sobre todo si tenemos en cuenta que poco más de la mitad de los internautas apagaría los adblockers aunque esta fuera la única manera de acceder a los contenidos.
En nuestro país, asimismo y según datos de IAB Spain, Ligatus y Elogia, existen hasta 5,6 millones de personas que los emplean, una cifra que representa al 26% de los internautas. Por desgracia, la mayoría de ellos no son conscientes de las pérdidas que ocasionan, aunque hasta el 72% aceptaría que se mostrase publicidad si se les informase correctamente de su función a la hora de generar contenidos gratuitos.
Hecha la ley, hecha la trampa
Asimismo, el dilema también ha dado lugar a una reacción más curiosa: los anti-anti-adblock; es decir, a la creación de un script que te permite mantener tu bloqueador activado sin que la página que visites lo detecte. Una herramienta que permite engañar a la web haciéndole creer que no tienes Adblock activado, y que te brinda la posibilidad de acceder al contenido sin publicidad ni problemas.
El proyecto, de código abierto, es compatible con Firefox, Chorme, Opera y Safari y, aunque no resulta infalible, constituye una opción por la que muchos ya se han decantado a la espera de unos anuncios respetuosos y que no interfieran en la visualización del contenido.
En Genbeta | El crecimiento ¿imparable? de los bloqueadores de anuncios, la imagen de la semana
En Xataka | Adblock o no Adblock, ésa es la cuestión
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