Una curiosa historia que llega de ciudades grandes, donde hay personas que se han sabido aprovechar de un problema del sistema
En Nueva York parece ser que conseguir una reserva para cenar en muchos locales y restaurantes es un desafío. A la gente les gusta salir con sus amistades a comer fuera pero parece ser una misión imposible. Y, en este panorama, parece que ha surgido una oportunidad de negocio que muchas personas están aprovechando con creces.
Para evitar la avalancha de reservas, un nuevo equipo de empresas, empresarios tecnológicos y "legionarios digitales" (palabras textuales de un artículo de The New Yorker) que se ofrecen a ayudar a los comensales a eliminar la burocracia de las reservas, si les pagan. Y hay gente dispuesta a pagar mucho dinero por conseguir tener una reserva en un sitio que le encanta.
De ahí surge una oportunidad de negocio. Como explica en un post en X el profesor universitario Daniel Fernández Méndez, "allí donde hay un mecanismo de asignación ineficiente, hay posibilidad de arbitraje". Según los datos, no solo hay que reservar para cenar. En muchos lugares también para tomarse algo después del trabajo.
Un "juego" con el que ganar dinero
Y, en este contexto, hay historias de personas que están ganando 80.000 dólares al año vendiendo reservas que previamente han hecho en restaurantes de la ciudad. Publica Daily Mail que revendedores como PerceivedWash44 ven este negocio de "reservar en un restaurante como un juego al que juega mientras está sentado viendo la televisión". Según sus palabras, en vez de jugar a Candy Crash juega a "Dinner Reservations", explicó al medio, añadiendo que había ganado 80.000 dólares en un año vendiendo sus reservas.
Ben Leventhal ya vio esto hace años: es cofundador del sitio de reservas Resy, en 2014, empresa que dejó hace cuatro años, después de que American Express comprara la empresa, ha creado una aplicación de fidelización de clientes llamada Blackbird, que no realiza reservas sino que recompensa a los clientes con el equivalente en restaurantes a puntos de viajero frecuente.
Alex Eisler, estudiante universidad, explicó a The New Yorker que utiliza habitualmente números de teléfono y direcciones de correo electrónico falsos para hacer reservas. Incluso abrió varias cuentas Resy con nombres femeninos. Luego los vende en webs Appointment Trader, Eisler vendió una mesa para almorzar en Maison Close, un restaurante francés en el barrio Soho de Manhattan, por 855 dólares. El joven dice que en total, ganó 70.000 dólares el año pasado simplemente revendiendo sus reservas.
Nicky DiMaggio, también habló con The New Yorker, explicando cómo vendió una reserva en 4 Charles a Hailey Bieber y sus amigos en febrero pasado. Si bien no reveló cuánto pagó por la reserva, señaló que cobra entre 500 y 1.000 por reserva. DiMaggio, cuyo trabajo de tiempo completo es propietario de una empresa de saneamiento, desde entonces ha desarrollado una lista de clientes de gente famosa.
Luego están los bots u ordenadores automatizados, que "capturan fácilmente reservas abiertas actualizando constantemente las aplicaciones de reservas".
Imagen | Foto de Jay Wennington en Unsplash
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