No es absolutamente ninguna rareza encontrar a personas trabajando en oficinas con auriculares puestos. La mayoría de ellas escucha música de todo tipo de estilo como una suerte de estímulo para su productividad. Es una forma de mantenerse animados, activos y a ritmos. Aunque a mí, lo confieso, la música —excepto la clásica— nunca me ha funcionado para trabajar. Me desconcentra y, según varios estudios científicos, en realidad desconcentra a casi todo el mundo.
Sin embargo, trabajando desde casa, me di cuenta que a veces necesitaba un poco de vida cerca más allá de la mía propia. Lo que veo desde mi ventana no es gran cosa y notaba que necesitaba sentirme conectado de algún modo a algo.
Fue en esas cuando buscando vídeos sobre trenes, una de mis aficiones, descubrí la emisión en directo en YouTube de un paso a nivel de una población de Países Bajos. Y, desde entonces, frecuentemente trabajo con está cámara de fondo puesta en una segunda pantalla cuando no necesito utilizarla o en un viejo iPad al que no le puedo dar una mayor utilidad.
Una conexión con la vida de ahí afuera
Desde que teletrabajo en solitud, hace años, he probado a acompañar mis jornadas con música. Me funciona cuando estoy buscando temas o documentación, pero no cuando estoy escribiendo o desarrollando ideas. Y eso es un problemas. En esos casos, como mucho, me viene bien la música clásica o la relajante. Incluso el jazz, pero poco más.
Por eso, hace tiempo, empecé a buscar alternativas. Los sonidos relajantes me venían fenomenal, algunos tipos de ruido también aunque menos y de igual forma las webs como estas en las que podemos ponernos el ambiente que experimentaríamos en una concurrida cafetería mientras afuera diluvia y truena, por ejemplo. No obstante, necesitaba más, y un día buscando vídeos sobre trenes llegué por casualidad a la emisión en vivo de este paso a nivel.
El directo es del canal RailCam Netherlands, que cuenta con cerca de 34.000 suscriptores, y la cámara se encuentra en el distrito Mierlo-Hout de Helmond, en el sureste de los Países Bajos. Como podemos ver en las imágenes del vídeo en vivo y en Google Maps, lo que muestra la cámara es ni más ni menos que una intersección entre varias calles, carriles bici y dos vías férreas.
Tras años viendo esta emisión, lo que encontramos es bastante sencillo: el sonido de los vehículos que vienen y van, los timbres de las bicicletas, las palomas que regularmente van a descansar al tejado de la casa, la lluvia tan habitual por aquella zona y, sobre todo, el paso a nivel. De un momento a otro, empieza a sonar la campana del paso a nivel, los semáforos empiezan a parpadear, los vehículos se detienen y las barreras bajan. En segundos, un tren o varios pasas. Normalmente de cercanías, que llegan o salen no muy rápidos de la estación de Helmond 't Hout, muy próxima, e incluso a veces otros regionales que circulan a gran velocidad.
Es una escena cotidiana, sin prácticamente distracciones, que te permite tener en tu escritorio una ventana abierta a otro mundo. A la vida que hay ahí afuera, aunque no sea la de tu barrio, sino la de una pequeña población situada a cientos y cientos de kilómetros. A mí me ayuda a concentrarme y, a la vez, a poder liberar la mente aunque sea unos segundos cada muchos minutos, por ejemplo, cuando instintivamente giro la cabeza para ver que un tren va a pasar o un ciclista acaba de usar el timbre de su bicicleta.
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