Muchos trabajadores han estado dejando sus trabajos en un fenémeno al que se ha bautizado como la Gran Renuncia. Algunas de ellas, para evitar cualquier posible renuncia de los trabajadores establecen mecanismos para retenerlos.
Una de estas técnicas son los cursos de pago: un trabajador antes de comenzar a trabajar en una empresa firma un contrato de formación. Una de las condiciones es que hay que devolver el dinero que la empresa paga durante el tiempo de aprendizaje si luego el emplaeado abandona la compañía antes de una fecha que se haya concretado.
Puede sonar como algo lógico y positivo pero hay un problema: a veces es mucho el dinero que habría que devolver según el contrato y otras veces son formaciones poco relevantes.
Práctica muy común en EEUU
En Estados Unidos, el 10% de los trabajadores encuestados por el instituto de investigación de la Universidad de Cornell en 2020 habían firmado un acuerdo de reembolso de la formación, pero la cifra ha crecido en estos años.
El medio de comunicación Reuters comparte la historia de una esteticista, contratada por la empresa Oh Sweet Skincare, ubicada en Seattle, en agosto de 2021. Aunque era licenciada en estética, tuvo que realizar un curso formativo. Cuando renunció tres meses después, recibió una factura de la compañía por el training que había realizado cuyo valor era de unos 1921 euros. La esteticista alega que el curso trataba de asuntos “en los que ya estaba licenciada”.
Según la Hermandad Internacional de Camioneros en Inglaterra hay empresas que cobran más de 6.000 euros a los conductores que renuncien antes de un determinado periodo de tiempo. Por su parte, el Centro de Protección para los Estudiantes Prestatario en castellano señala que se trata de un fenómeno transversal a toda la economía.
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