La Generación Z se enfrenta a dos grandes problemas: la crisis de vivienda y no querer trabajar a cualquier precio

Las cifras son claras: los alquileres son más caros que nunca antes y eso está creando un gran conflicto intergeneracional porque esos pisos están en manos de personas mayores

En Genbeta escribimos muy a menudo de cómo la Generación Z tiene su propios hábitos que están poniendo en jaque las dinámicas empresariales tal y como las conocemos con sus particularidades, al igual que ya pasó con los millenials en su momento. Muchos jefes de generaciones mayores critican a la gente joven.  Aunque se recomienda comenzar a entenderlos porque pronto serán una de las mayores fuerzas laborales en el mercado y si las empresas quieren atraer su talento y retenerlo, deberán adaptarse.

Una investigación hecha hace un tiempo comparó los ingresos de personas de 22 a 24 años con el de los millennials, que tenían entre 22 y 24 años hace 10 años. Descubrió que hoy en día los veinteañeros se llevan a casa alrededor de 45.500 dólares, mientras que los millennials de su edad ganaban 51.852 dólares si se ajusta a la inflación. Aunque es de Estados Unidos, la tendencia global se asemeja. Incluso ya hemos visto cómo en países asiáticos la juventud está viviendo problemas parejos a los de la gente de Europa o América.

A todo esto tenemos una crisis enorme por unos precios de la vivienda que no paran de subir. Alquileres y venta de propiedades a precios altísimos. Sobre todo en las ciudades. En muchas ocasiones, resulta que son esos los boomers y las generaciones mayores en general que tanto suelen criticar a los jóvenes por quejarse y por querer vivir muy bien con sus  sueldos, quienes venden o alquilan a precios muy altos, lo que genera otro conflicto intergeneracional más. Incluso, hay análisis que hablan de "rencor intergeneracional".

Qué pasa con la vivienda en España y en el mundo

Hace unos meses, salía la noticia de que "alquilar una habitación de un piso compartido en Madrid y Barcelona ya  cuesta más de la mitad que arrendar la casa entera" hace unos años. Alquilar habitaciones en la juventud en las ciudades siempre fue un modo de evitar grandes gastos y poder ahorrar. Ahora ya no.

Maldita.es recogía hace unos días que el precio del alquiler en España casi se ha duplicado en los últimos diez años. Y, por mucho que la Ministra de Vivienda pida a los arrendadores solidaridad para que bajen los precios, eso no funciona. Hay que ver que ya van varias manifestaciones en los últimos meses por la vivienda y el 23 de noviembre hay otra más en Catalunya.

Incluso la gran consultora Ernst & Young ha hablado de este tema. Consideran que una mirada amplia del "conflicto intergeneracional nos permite, además, visualizar hasta qué punto es importante aplicar políticas para jóvenes hoy en aras de mejorar el  bienestar de la población adulta mañana. Si conseguimos mejorar el  acceso a la vivienda y reducir significativamente el porcentaje de inquilinos que realizan un sobreesfuerzo para pagar el alquiler, no solo  estaremos atajando uno de los principales motivos de preocupación de la  población joven, sino que evitaremos la emergencia de una nueva fuente  de desigualdad".

Y recuerda que "una de las causas por las que el riesgo de pobreza es más bajo entre los  mayores radica, precisamente, en que el grueso dispone de una vivienda en propiedad o paga un alquiler asequible", algo que la gente joven ya no puede afirmar.

Además, en la pasada primavera salió otro estudio: la Encuesta Financiera a las Familias (EFF) del Banco de  España que dejaba claro que los más jóvenes ya no tienen capacidad ni para hipotecarse,  y que los más mayores no paran de aumentar su riqueza neta.

Ambientes de trabajo adaptados

Al mismo tiempo, la desesperación que la juventud puede tener por llevar una vida estable y normal, sin ahogarse por los precios de algo tan básico como un techo, paredes y una cama, no se traduce en absoluto en que la gente joven quiera aceptar cualquier trabajo a costa de lo que sea.

Muchas veces las personas mayores recuerdan cómo ellas en sus tiempos aceptaban lo que fuera para salir adelante. Pero se olvidan de que ya no estamos saliendo de una dictadura ni en aquellas economías de posguerra que, tristemente, nuestros abuelos o padres tuvieron que sufrir. Momentos en los que tenían que aceptar lo que fuera laboralmente para no pasar hambre.

La Generación Z ha crecido siendo educada en los derechos laborales y humanos que las personas tenemos. Tienen la historia reciente para comprender que trabajar muchas horas rara vez te va a hacer el dueño de ninguna empresa, sino que, más bien, va a servir para seguir llenando los bolsillos de los jefes y de los inversores en el caso de grandes empresas. Por ello, la juventud, aprecia los entornos de trabajo que respeten los horarios y, más aún, los lugares flexibles que permitan a cada persona llevar a cabo sus tareas sin rigidez en cuanto a horas o espacios (el teletrabajo es muy apreciado).

También han demostrado que se decantan por espacios de trabajo amables, con comunicación respetuosa, donde su jefe vaya dando feedback de lo que esperan y donde puedan sentirse cómodos quejándose abiertamente de lo que no les gusta o compartiendo cómo se sienten.

Imagen | Foto de Eliott Reyna en Unsplash

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