Ya os he contado como comencé a ser nómada digital cuando nadie lo era y cómo el teletrabajo me resultó (mientras iba de nómada por el mundo) muy divertido; estresanteporque la tecnología no siempre ayudaba hace una década (a veces ahora aún encontramos carencias); y nadie entendía qué hacía tantas horas sentada delante de un PC sin estar en una oficina o mientras recorría lugares de Marruecos o Malasia.
También os he contado cómo gracias al teletrabajo y de la mano de mis preferencias e inquietudes, durante temporadas de diversos años viví en países más baratos en comparación a un sueldo español, lo que me permitía trabajar menos para vivir normal y usar mi tiempo libre para estudiar, aprender idiomas o hacer voluntariados de cosas varias.
El tema es que yo decidí teletrabajar y siempre he estado muy segura de aquella decisión que tomé cuando estaba recién graduada de la universidad.
Los posibles peligros: no hacer contactos
No era algo extendido teletrabajar y mucha gente me decía que eso podría ser arriesgado y perjudicarme laboralmente. El motivo: podía alejarme de hacer contactos en mi sector profesional (cierto es que, al estar en casa te aislas más de otros colegas, sobre todo en 2008, donde las redes sociales se usaban mucho menos que ahora y yo era de Tuenti y Fotolog, vamos, cero profesional).
Los contactos no son solo por enchufismo o no. Al final, cuando alguien está en busca de un profesional y ha escuchado bien de alguien o conoce de primera mano cómo trabaja, hay más opciones de que quiera apostar de esa persona.
Otros compañeros me alertaban de lo perjudicial podría ser alejarme de vivir en Madrid, uno de los epicentos de las empresas de comunicación en España y donde yo estudié. Ahí tuve la opourtinidad de quedarme a vivir trabajando en una oficina, de mi profesión, al menos un tiempo (recordamos que hablamos de una decisión tomada en 2008 y con la posterior crisis, en 2009 encontramos un país con un alto desempleo, sobre todo juvenil).
Y eso podría, según quienes se preocuparon de mi decisión, alejarme demasiado del mercado laboral y hacerme invisible a las empresas. Además de la visibilidad en encuentros profesionales y eventos varios, hay que pensar que muchas empresas aprecian que ya estés instalada en la ciudad donde están las oficinas, previamente.
Conozco a muchas personas que a la hora de enviar su candidatura a nuevas empresas les han preguntado si estaban ubicadas en la ciudad, siendo este un requisito. El motivo: por miedo a que luego no se adapten fácilmente a la nueva vida o de que les cueste encontrar un lugar en el que vivir que les convenga dentro de la urbe y que, si surgen estos problemas, el proceso de selección, al final, sea para nada.
La forma de conectarnos ha cambiado
Yo tenía muy claras las razones para querer teletrabajar. Quería libertad. No quería estar atada a una oficina (aunque acabé atada a un PC, horario y lugares con conexiones de internet que fueran decentes, eso claro), ni a una rutina de metro como la que había estado viviendo cuando me tocaba ir a clase por las mañanas, espachurrada entre humanos muertos de sueño en su mayoría (siempre había alguno regresando de fiesta también).
¿Podré estar idealizando el teletrabajo? Puede ser. ¿Puede ser que si me hubiera quedado trabajando en una oficina y acudiendo presencialmente a encuentros de prensa y otros eventos de mi sector podría tener un mejor trabajo, un mayor sueldo, mejores prestaciones? También puede ser. En este caso no tengo el poder de adivinar qué hubiera pasado.
Lo que sí sabemos es que los tiempos han cambiado. Casi todos los trabajos que conseguí con el tiempo fueron de empresas que me contactaron ellas a mí (y no viceversa) tras conocerme por LinkedIn o haber leído mis artículos, visto mi trabajo previo (en el periodismo nuestro nombre es visible en muchos medios) y me ofrecieron trabajo.
Ahora estamos conectadas a través de Internet, redes sociales varias donde mucha gente se dedica a darse visibilidad, webinars u otros contenidos participativos online donde puedes coindicir con personas del gremio sin haberos conocido previamente en persona. Los tiempos han cambiado mucho en estos últimos 15-10 años. Por lo que aquellos riesgos de los que me advirtieron han cambiado.
Además, con el auge del teletrabajo (en España, estancado e incluso retrocedido con el nuevo año) hay estudios y análisis que muestran la necesidad de desarrollar diversas dinámicas para que las relaciones entre trabajadores de una empresa: se necesitan técnicas por parte de los coordinadores o gestores para mantener una relación fuerte entre los trabajadores en remoto; la importancia de la microcomprensión para mantenerse bien conectados a diario; o formas de mejorar la confianza a distancia.
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