Han pasado casi cuatro años desde el lanzamiento inicial de Windows 10 en julio de 2015, y desde entonces mucho ha hecho Microsoft por mejorar la interfaz de su sistema operativo, pero sigue estando bastante lejos de sentirse unificada, de hecho, Windows 10 en 2019 sigue pareciendo un Frankenstein.
El cambio drástico que trajeron con Windows 8 en el 2012 no fue precisamente bien recibido, ese menú inicio a pantalla completa y la interfaz hibrida pensada más para tablets y pantallas táctiles que para usar un teclado y ratón, terminó siendo desechada a medias para cuando lanzaron Windows 8.1 apenas un año después. Pero, la influencia de la interfaz Metro/Modern permanece aún en Windows 10, mezclada a su vez con el nuevo Fluent Design, y al mismo tiempo con infinidad de componentes heredados de versiones mucho más antiguas de Windows.
La falta de consistencia es irritante
Si bien estos problemas de diseño no son el "fin del mundo", tampoco es caprichoso que a un usuario le molesten, de hecho, es un problema que tu interfaz no sea consistente porque el usuario nunca está seguro de qué va a pasar cuando presiona una tecla, hace un click o abre un menú. Básicamente, el usuario no puede predecir qué va a pasar basado en experiencias anteriores.
Es cómo si te montaras en el coche y no pudieses estar seguro si un pedal va a acelerar o a frenar esta vez, obviamente un menú en Windows no tendrá consecuencias tan graves, pero el punto es que eso le resta usabilidad.
Hacer click derecho en Windows 10 puede resultar en tantos eventos diferentes dependiendo de donde se haga, que es hasta chistoso. Un ejemplo excelente de esto podemos resumirlo en esta imagen. Cortesía del subreddit de Windows 10, nos muestra una captura del escritorio dentro de un acertijo de CAPTCHA y nos pide seleccionar todos los cuadros con interfaz inconsistente:
La imagen habla por sí sola. Windows 10 tiene media docena de variaciones de menús emergentes, y el resto del sistema también sufre con estas múltiples personalidades.
Mientras todas las apps propias del sistema, como por ejemplo, Correo, Calendario, El Tiempo, y hasta la Calculadora, emplean esa mezcla entre Modern y Fluent Design, por otro lado tenemos al Explorador de archivos, al Administrador de Tareas, o al mismo viejo Panel de Control con la interfaz heredada de Windows más antiguos.
La inconsistencias no son solo en menús y aplicaciones, lo son en botones y en iconos. La iconografía de Windows 10 es un desastre, con iconos planos y monocromáticos para algunas cosas, e iconos en colores y con gradientes para otras. Y si involucramos las herramientas de terceros la cosa se pone mucho peor.
Si comparas la interfaz de Windows 10 con casi cualquier distro Linux, incluso la menos cuidada en diseño, o con macOS, las inconsistencias resaltan aún más. Y, los años siguen pasando, y parece que seguimos tan de lejos de la interfaz unificada como el primer día.
¿Por qué?
¿Por qué los demás pueden y Windows no?, las razones pueden ser muchas. En su necesidad de mantener muchas funciones legacy de Windows, Microsoft no ha podido eliminar del todo varias partes del sistema que se necesitan por razones de compatibilidad, pero tampoco ha invertido en modernizarlas con sus nuevas líneas de diseño porque ¿no vale la pena?
Por la forma en la que funciona el desarrollo de Windows 10, nos ha quedado claro que el diseño es secundario y si dependiera de ese equipo, el sistema se vería muy diferente.
Pero, no depende solo de ellos y al final son otros quienes deciden qué cambios entran y cuáles no, de ahí que desde el anuncio de Fluent Design, apenas y hayamos visto algunos pincelazos de lo que se prometía con ese nuevo lenguaje de diseño.
Lo más extraño y también molesto, es que ves como con cada versión nueva de Windows 10, algo se cambia en diseño, algún menú, algún icono, algún botón, algunas sombras, hasta están pensando en regresar los bordes redondeados a las ventanas, pero no parece estar haciéndose algo o nada por unificar la interfaz por completo.
Hay un supuesto proyecto en marcha para actualizar todos los iconos de Windows 10 para combinar con la nueva iconografía de Office, pero ya nos advirtieron que eso tomaría mucho tiempo. Tras casi siete años desde la propuesta inicial de Windows 8, que a estas alturas la interfaz de Windows siga sintiéndose como un experimento en progreso, es bastante... decepcionante.
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