Las restricciones comerciales ponen en jaque al desarrollo de superordenadores en China al no tener acceso a los chips más avanzados de Nvidia
Esto hace que China cree sus propios superordenadores encadenando chips de generaciones pasadas a costa de mayor consumo de energía
Además de todos los frentes abiertos entre Estados Unidos y China, ambos países también disputan una carrera por el liderazgo en el campo de la inteligencia artificial. Desde que ChatGPT entró en juego hace un par de años, OpenAI y el resto de empresas con herramientas similares han transformado a Estados Unidos en un titán ante el desarrollo e innovación de estas tecnologías.
China también ha hecho grandes esfuerzos en este sentido. Y es que si bien hasta hace un tiempo no contaba con ninguna alternativa a la altura del modelo de lenguaje de OpenAI, en unos pocos meses las empresas del país han demostrado la gran evolución de sus modelos hasta tal punto en el que ya hay alternativas tan capaces como GPT-4 Turbo. Además, China es líder en cuanto a cantidad de publicaciones de patentes y documentos científicos sobre inteligencia artificial por mucho.
China tiene grandes superordenadores, pero ha decidido no participar en el Top500
Para hacer evolucionar estos grandes modelos de lenguaje, hace falta una potencia de computación colosal, algo que hoy día no se puede lograr sin el desempeño de los superordenadores. Hace un tiempo hablábamos sobre uno que estaba en desarrollo en China y que se completó sin utilizar componentes de Estados Unidos. Las restricciones comerciales de este país sobre China siguen más vigentes que nunca, por lo que China no tiene acceso a los chips más potentes de Nvidia para desarrollar sus tecnologías, una desventaja abismal de base.
A pesar de ello, China ha invertido grandes esfuerzos económicos y resolutivos para poder desarrollar sus propios superordenadores sin depender de componentes electrónicos estadounidenses. El país cada vez se va volviendo más independiente tecnológicamente, algo que incluso les ha servido para evadir el reciente desastre de CrowdStrike.
Sin embargo, China se ha vuelto muy reservada en cuanto a publicar detalles acerca de sus superordenadores. Tal y como afirma el medio Wall Street Journal, científicos estadounidenses y chinos han colaborado anteriormente en la creación de superordenadores con el fin de desarrollar tecnologías que permitan mejorar la inteligencia artificial, desarrollar vacunas o predecir desastres naturales, entre otros usos.
Con el paso del tiempo, y sobre todo tras un contexto menos amigable entre ambos países, el secretismo ha invadido los avances tecnológicos de China. Estados Unidos ha intentando obstaculizar en varias ocasiones el progreso tecnológico de China, lo que ha provocado que el país haya dejado de participar en los destacados foros internacionales sobre supercomputación.
El foro en el que China ha dejado de participar no es ni más ni menos que el Top500, donde básicamente asisten aquellos que han ayudado a desarrollar los 500 superordenadores más rápidos del planeta. Si bien el último ranking publicado el pasado mes de junio especifica que los tres superordenadores más rápidos del mundo se encuentran en Estados Unidos, puede ser que la realidad sea bien distinta.
“Los chinos tienen máquinas más rápidas”, afirma Jack Dongarra, cofundador de Top500. “Simplemente no han presentado los resultados”, continuaba.
Este secretismo dificulta aún más al gobierno estadounidense en responder a ciertas preguntas sobre seguridad nacional, como quién tiene superordenadores más rápidos y potentes. Algunos expertos se han dedicado a perseguir el avance tecnológico de los superordenadores de China a la vieja usanza: asistiendo a conferencias y escudriñando trabajos de investigación sobre estos proyectos.
Hoy día, los superordenadores más rápidos son posibles gracias a componentes tan potentes y críticos como los que proporcionan empresas estadounidenses como Intel o Nvidia. Sin embargo, el acceso a este hardware por parte de China está restringido debido a las limitaciones comerciales que impuso la administración de Trump y que continuó la de Biden.
Dongarra y los expertos que estudian los avances tecnológicos de China están de acuerdo en que creían que a Pekín le preocupaba que Estados Unidos pudiera hacer aún más si China alardeaba de sus capacidades de supercomputación. Según fuentes de WSJ, a China le resultaría difícil mantener su liderazgo en supercomputación sin los chips tan punteros fabricados por Nvidia.
Sin el acceso a este hardware, China tiene que desarrollar sus superordenadores por fuerza bruta, es decir, encadenando más chips de anteriores generaciones para satisfacer las necesidades de cálculo a costa de mayor energía. Desarrollar modelos de inteligencia artificial requiere de una potencia de cálculo muy costosa hoy día, por lo que con el acceso limitado a chips de alta gama, “China tendría que escoger en qué se centran sus superordenadores”, según admite Jimmy Goodrich, asesor principal de análisis tecnológico de Rand Corp.
Desde los años 60 contamos con superordenadores. De hecho, los objetivos de estas máquinas tampoco han variado mucho: simulaciones de desastres nucleares y climáticos o resolución de grandes problemas científicos. En 1993 nació el Top500 de la mano de Jack Dongarra, quien estando de profesor en la Universidad de Tennessee, compartía un problema de matemáticas para que los superordenadores pudieran resolverlo y así se especificaba en una lista el tiempo que tomaba cada superordenador en resolverlo.
La participación en esta lista siempre ha sido voluntaria, pero hay muchos superordenadores, como aquellos que poseen agencias de inteligencia o empresas privadas, que no se encuentran en este listado porque han decidido no compartir su información. Según WSJ, en noviembre de 2017 existían 202 superordenadores chinos en comparación a los 143 de Estados Unidos.
En 2019, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos marcó a cinco de estos superordenadores en una lista negra asegurando que se utilizaban para desarrollar tecnología militar y nuclear. Fue una de las razones por las que se impusieron sanciones comerciales a toda organización que vendiera componentes a China sin una licencia. Este hecho hizo que la participación en la lista del Top500 se viese afectada.
Las empresas y organizaciones chinas han rechazado especificar detalles sobre sus avances en superordenadores, algo que deja intranquilo a Estados Unidos. Dongarra sabe que, aunque el superordenador Frontier del Laboratorio Nacional de Oak Ridge en Tennessee sea el primero que encabeza la lista, artículos científicos de ciertos superordenadores chinos sugieren que podrían ser más potentes.
China tiene su propia lista de superordenadores, la HPC Top100. Uno de los que aparece en este listado es el prototipo de Tianhe-3, un término chino para la Vía Láctea. Otro que se menciona es un modelo de la serie de superordenadores Sunway, donde en su publicación se especifica que tiene 39 millones de núcleos y los resultados obtenidos pueden ser una buena fuente de información para estimar la potencia de este superordenador.
Imagen de portada | Taylor Vick
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