Si bien son muchos los que se escandalizarían si comparásemos el arte de los grandes maestros con el resultado que podemos obtener a través de un ordenador y que un informático resulta menos bohemio que un pintor pincel en mano; lo cierto es que la unión de ambas disciplinas es capaz de dar lugar a resultados sorprendentes.
Es precisamente lo que ha ocurrido en Ámsterdam, donde se ha llevado a cabo “El próximo Rembrandt”, un proyecto llevado a cabo por analistas de datos, historiadores del arte, científicos y desarrolladores. Una iniciativa que imita la técnica del genio neerlandés del Siglo de Oro con una precisión admirable. Pero, ¿cómo lo consigue?
“El próximo Rembrandt”
En concreto, tras la idea se encuentran expertos de la Universidad Técnica de Delft, el gigante Tecnológico Microsoft, la galería Mauritshuis (La Haya) y otros especialistas comentados, un grupo de profesionales que han dado lugar a una obra que hará las delicias de este virtuoso.
Lograrlo, sin embargo, no ha resultado fácil, sino que ha implicado la recogida de más de 168 mil datos sobre los rostros que Rembrandt plasmó en hasta 364 retratos. Una tarea que, gracias a escáneres de precisión, recaba múltiples fragmentos de información que reflejan distintas características de la obra.
Algo que se ha conseguido gracias a un software capaz de analizar y comprender el estilo, distancias geométricas entre los elementos del cuadro, la técnica, los colores, proporciones y, hasta las manías y pequeños defectos del maestro.
Unos datos que han sido volcados en una impresora en 3D –la pintura cuenta con 13 capas de tinta UV- que, finalmente, se ha hecho cargo del renderizado. Este se ha alargado hasta 500 horas y ha dado lugar. Los investigadores, incluso, han llegado a crear un algoritmo de reconocimiento facial que clasifica los patrones referidos en las líneas anteriores.
El proceso se ha alargado hasta 18 meses y ha dado lugar a la suma nada desdeñable de 148 millones de píxeles, una cifra que conforma una pintura digna del artista. O al menos eso parece. “Un ejercicio fascinante y un arranque estimulante de un método que necesita rodaje”, han comentado sus creadores.
“Cuando te acercas, en la nariz, por ejemplo, puede apreciarse la falta de precisión de la pincelada”, ha comentado David de Witt, especialista en pintura flamenca y holandesa del siglo XVII.
Al margen de lo comentado, resulta evidente que la tecnología nunca podrá plasmar completamente el mérito de este maestro barroco, pues este está ligado de manera inseparable a su contexto: la Edad de Oro neerlandesa. Un momento en el que la cultura, la ciencia, el comercio y la política se encontraban en pleno esplendor. Un brillo que el artista se encargó de plasmar llegando a considerársele, incluso, como “uno de los grandes profetas de la civilización”.
De hecho, y aunque sus impulsores esperan que el proyecto “sea el comienzo de una conversación entre arte y algoritmos”, reconocen que los datos les sobrepasaban, que había “demasiada información”. Eso sí, también ha asegurado que tienen “algo decente que mostrar”. En todo caso y si tienes curiosidad por ver cómo ha quedado la pintura.
Otras iniciativas similares
Por otra parte y tal y como apuntamos en el título de este artículo y a pesar de su originalidad, no se trata de la primera vez que software y arte se alían. De hecho, seguro que te acuerdas de Deep Dreams, un sistema basado en redes neuronales capaz de reinterpretar nuestra fotografías, aportándoles un toque a medio camino entre lo terrorífico y lo onírico.
Una iniciativa de código abierto –lo hallarás en GitHub- que se sustenta en un algoritmo capaz de ofrecer dos resultados totalmente distintos, en función de la intensidad con la que se aplique. Un filtro que da lugar a unas composiciones que harán estremecerse a más de uno.
Algo muy parecido a lo que logra un nuevo algoritmo desarrollado por investigadores de la Universidad de Berkeley, en California, que ha sido ideado para dotar de color a las fotos en blanco y negro con tan precisión que resulta complicado percatarse. El sistema, en este caso, ha sido “entrenado” con hasta un millón de imágenes en color, cuya información utiliza para predecir los valores cromáticos de la que se encuentra en escala de grises.
Otra de nuestras iniciativas favoritas al respecto –también reciente- resulta un tanto más simple: nos estamos refiriendo a Codeology, una herramienta que transforma el código de GitHub en una suerte de obras de arte. Un proyecto que va más allá del galimatías que resulta leer este aparente conjunto de números sin sentido y que los convierte en una suerte de monstruosos y atractivos Pokémons. Su funcionamiento es sencillo: adjudicar un color a cada lenguaje de programación.
Más consideraciones
Para acabar y al margen del software, no podemos dejar de mencionar el papel que la tecnología, en términos generales, ha ejercido (y ejerce) sobre el ámbito artístico. Una realidad que se plasma en el alumbramiento de nuevas técnicas, esculturas, materiales y un largo etcétera que te puedes imaginar.
En él se cuelan desde drones grafiteros, coreografías orquestadas por algoritmos, plataformas y distribuciones creadas para diferentes artistas –como ArtistX-, hasta robots que dibujan al ritmo de nuestra pulsaciones; por no hablar de que ya en 2011 Kikckstarter recaudó poco menos de 100 millones de euros de la mano de más de 27 mil proyectos relacionados con este mundillo.
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