En el año 1994, se dio una de esas entrevistas que se recuerdan en el sector tech. Entonces, Steve Jobs se sentó a hablar de la vida dentro de Apple a la Asociación Histórica de Silicon Valley. Allí dio un consejo que decía le había funcionado toda la vida: pide ayuda cuando lo necesites, como sea y cuando sea. De hecho, así consiguió un gran favor del CEO de Hewlett Packard. Pasados varios años de aquella anécdota, le dio otra lección de vida al hombre que iba a tomar su puesto.
Cook y la llegada a Apple. Cuando Tim Cook se unió a Apple en 1998, la compañía estaba al borde de la bancarrota. A pesar de su éxito anterior en la antigua Compaq y su experiencia en IBM, Cook vio la oportunidad de su vida en Apple y decidió arriesgarse. Bajo la figura de Steve Jobs como mentor, el ejecutivo no solo ayudó a rescatar a la compañía de la manzana, sino que también desarrolló un estilo de liderazgo único.
Y aquí viene una parte importante de su éxito, como ha explicado hace poco en una entrevista. Una de las lecciones más importantes que Jobs le enseñó fue algo aparentemente sencillo, pero difícil de lograr. Jobs se refería a la importancia de la flexibilidad mental: la habilidad de no aferrarse a creencias pasadas y de adaptarse cuando surgen nuevas propuestas y datos.
Debates y toma decisiones. Como contaba el actual CEO de Apple a Wall Street Journal, Jobs, quien promovía el debate y valoraba que le desafiaran, “me dio una lección vital: estar abierto a cambiar de opinión ante las mejores ideas, algo que no muchos líderes dominan”. Para Cook, un ejemplo clave de esta disposición fue el debate sobre el modelo de venta del iPhone.
Mientras Jobs prefería un modelo de ingresos compartidos con las operadoras de telefonía, Cook defendía algo diferente: la modalidad de subsidio, donde las operadoras pagarían por adelantado una parte del coste del iPhone. El final ya lo sabemos, y Apple adoptó el modelo de Cook cuando se convirtió en CEO, contribuyendo así a que las ventas del iPhone se dispararan.
Liderazgo y el legado. Después del fallecimiento de Steve Jobs en 2011, Tim Cook asumió la dirección de Apple. Fue, como él mismo ha indicado, un desafío mayúsculo, enfrentando el reto de liderar una de las compañías más influyentes sin su fundador, santo y seña hasta entonces y figura sin la que no se podía entender el resurgimiento de la marca.
Cook confesaba en su discurso en la Universidad de Stanford en 2019 que, a pesar de estar preparado, la pérdida de Jobs lo hizo sentir inmensamente solo, algo perdido. ¿Qué hizo? El directivo subraya que decidió honrar el legado del hombre que levantó Apple esforzándose al máximo para asegurar la estabilidad y el crecimiento de la compañía.
Crecimiento y desafíos de la era Cook. Lo cierto es que desde que Cook asumió el cargo, el valor de mercado de Apple ha crecido de 364 mil millones de dólares a 3.55 billones en 2024. Cook atribuye este crecimiento, en parte, a ese enfoque de contratar personas que estén dispuestas a desafiarlo y aportar habilidades complementarias, de dejar entrar otras ideas como le dijo Jobs.
Por supuesto, no es oro todo lo que reluce en Apple, y a pesar de todos estos logros, 2024 ha sido un año desafiante también para la compañía, con despidos, cancelación de proyectos y una pequeña disminución en las ventas del iPhone 15.
Reflexiones personales. En definitiva, Cook, quien ha contado que proviene de un entorno humilde y fue el primero de su familia en asistir a la universidad, reflexionaba en la entrevista con asombro sobre su trayectoria. Para el actual “jefazo” de Apple, aunque tenía una ligera planificación sobre cómo iría su carrera, sus éxitos en Apple sobrepasaron cualquier expectativa inicial.
En su opinión, el viaje ha sido una combinación de trabajo duro, adaptabilidad y el impacto duradero de esas lecciones aprendidas de Steve Jobs.
Imagen | James Mitchell, Fortune CEO Initiative
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