Los profesionales jóvenes odian las oficinas abiertas. Quieren fomentar la colaboración pero reducen la productividad, por el ruido

El ruido es la causa de enfermedades y de mucho estrés laboral. Las oficinas abiertas, creadas para la colaboración del equipo, son malas para el silencio

Annie Spratt Hcb3lib8l8e Unsplash
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Según un estudio reciente de Ifop, más de seis de cada diez trabajadores dicen que les molesta la contaminación acústica, el ruido, en su lugar de trabajo. Sobre todo es la juventud la que más odia esto. El 64% de los jóvenes tanto de la Generación Z como algunos millennials no soportan trabajar en un espacio abierto por el ruido.

El estudio afirma que, mientras que el ruido en el trabajo estaba considerado una molestia menor, ahora se ha convertido en una auténtica lacra dentro de las empresas. Según un estudio de Ifop, las oficinas abiertas que tan de moda se han puesto en este siglo, diseñadas para fomentar la colaboración, resultan ser lugares demasiado ruidosos.

Y quienes más detestan esto son los profesionales menores de 35 años. Pero, cabe decir que no es un mal solo para los profesionales más jóvenes. De las personas que tienen entre 35 y 49 años, un 63% dice odiar ese ruido y la gente de más de 50 años, hay un 59% de encuestados que reportan el mismo problema.

El ruido puede aumentar el estrés

La gente afirma que el ruido en la oficina (conversaciones, llamadas de teléfono, clics en el teclado...) los desconcentrada y les hace perder productividad. Esto no es nuevo. En Genbeta ya hemos visto estudios que afirman que somos menos productivos en la oficina por culpa, precisamente, del ruido que acaba agotando a los trabajadores.

Las consecuencias para la salud son múltiples, según el estudio: fatiga, estrés, irritabilidad, pero también trastornos del sueño, tinnitus e incluso sordera. Estos trastornos tienen un impacto directo en la calidad de vida de los empleados y pueden provocar un aumento del ausentismo (el malestar y el estrés son causas de problemas de la salud y, por tanto, de bajas laborales) y una reducción del rendimiento.

Paradójicamente, el teletrabajo, a menudo presentado como una solución para escapar del ruido de la oficina, pero no está exento de contaminación acústica. El ruido de la calle, de las obras, de los niños u otros miembros de la familia por casa o de los compañeros de piso o de las mascotas también puede perturbar la concentración de los teletrabajadores.

Imagen | Foto de Annie Spratt en Unsplash

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