Hay muchísimas aplicaciones y servicios que nos ayudan a mejorar nuestra concentración, pero hay quien se despista demasiado incluso con esos complementos. A la mínima que el rincón de una ventana de otra aplicación asoma por debajo de algo en lo que deberías hacer, empezamos a procrastinar. ¿Cómo evitarlo? Pues pasando esas distracciones a lo que es nuestra ventana principal ahora mismo: el navegador.
Es decir: queremos centrarnos en una cosa y por lo tanto no deberíamos tener en la pantalla nada más que las aplicaciones que necesitemos estrictamente. Si con ocultar las ventanas del cliente de Twitter o de mensajería instantánea no tenemos suficiente, podemos pasar esos servicios a pestañas del propio navegador.
Con eso conseguimos, además de tener más ventanas abiertas, centrarnos en una sola cosa al mismo tiempo. No es lo mismo consultar una web del trabajo con nada más que hacerlo con la ventana de Twitter abierta al lado. Si lo que nos distrae pasa a la web, entonces nos vemos obligados a ocultar nuestro trabajo para consultarlo y nos damos más cuenta de que nos estamos distrayendo.
No hace falta hacerlo con todo, hay aplicaciones que no distraen. Pero para el que no se enfoca bien y usa frecuentemente correo y redes sociales, esta solución puede ser un buen paso que como mínimo hace que nos percatemos mejor de nuestra procrastinación.
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