“Acabo de llegar a mil followers”, “lo he leído en mi timeline” o “te he enviado un DM” son frases con las que nos llevaríamos las manos a la cabeza hace apenas dos o tres años. Mi pregunta es: ¿molamos más por decir eso o somos cada vez más tontos? O, dicho de otra forma, ¿hasta qué punto lo moderno traspasa la línea y se convierte en gilipollez?
Somos guays, geeks, early adopters y pijadas por el estilo. Marcamos tendencia con nuestro iPhone 4S, hacemos fotos de lo que comemos para subirlas a Instagram con el filtro Lomo-Fi y nos creemos que son un Rembrandt. ¿Quién va a perderse esta chuleta de Sajonia tuiteada?
Y es que el verbo “tuitear” se ha instalado en nuestro vocabulario con una facilidad asombrosa en un tiempo récord. La versión españolizada del “to tweet” anglosajón ha pegado fuerte en el argot dospuntoceril y ya nadie se imagina una expresión del tipo “voy a mandar un mensaje en Twitter”. Pero eso no es todo. Estamos rodeados de esta nueva forma de hablar, de expresarse, de entender el mundo. O estás dentro o eres un bicho raro. Como los tipos de las conversaciones que a continuación os traslado. El primero está en la onda y mola (o al menos eso se cree). El segundo no sabe dónde encontrarla. Pero los argumentos de ambos son, cuando menos, válidos. Veamos.
Hacemos check-in sin saber muy bien por qué. Pero, eso sí, lo contamos orgullosos:
¡Uau, tío, soy el mayor de la peluquería Toñi!
Tú lo que eres es tonto – nos baja a la realidad nuestro amigo que sigue con el móvil de hace diez años pegado con esparadrapo.
Le decimos a la gente lo que estamos viendo en televisión:
Es Social TV – decimos, con el pecho hinchado.
Pues yo lo llamaría “perderme una película por estar pendiente del móvil” – nos contesta nuestro amigo.
Lo subimos a Flickr y lo llamamos nuestro albúm de fotos online:
Es que así puede ver mis fotos mi amigo Tom que estuvo de intercambio en mi casa cuando teníamos 13 años.
¿Hace cuánto no sabes nada de él?
20 años. Pero por si acaso.
Confiamos en el cloud computing como si fuera nuestro padre:
Espera, voy a acceder a la nube.
Yo paso de montarme en esas cosas que me mareo siempre.
Ya no tenemos amigos, ni siquiera seguidores. Son followers. Y si lo pronunciamos arrastrando la primera “o”, como haría Carmen Lomana, parecen aún más importantes:
Acabo de llegar a mil foooooollowers.
¿Qué te pasa en la boca?
El periódico es para los viejetes, nosotros nos informamos en nuestro timeline:
Lo he leído en mi timeline – decimos.
Pues hace cinco minutos Matías Prats decía lo contrario – nos contestan.
¿Me los vas a comparar? – argumentamos.
Decimos bobadas que procuramos no oigan nuestros padres, al fin y al cabo no queremos preocuparles con más de lo que ya tienen normalmente.
Ve monitorizando las mentions mientras filtro los hashtags y vemos si conseguimos ser trending topic.
Os dejo, que estáis con vuestras cosas – nos dice nuestra madre mientras resopla.
Y lo mejor de todo es que nos ponemos cargos raros:
¡Por fin encuentro trabajo!
Enhorabuena. ¿De qué?
Soy Social Media Action Man Real Hero In the Mix VIP in the Agency Forever and Ever
¿Y eso qué es?
Soy el becario que escribe tweets. Pero me pagan el bono-metro.
Así que habrá que acostumbrarse a esta locura del Social Media. Creo que no nos queda otra. Esta crítica es para todos y para nadie. Incluso para mí mismo. Yo hago casi todo eso. Pero pensaré que es porque molo más. O no.
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