En los albores de Internet, con un HTML aún inmaduro en muchos aspectos, Flash encontró su hueco para suplir la carencia de elementos multimedia en las páginas web. Rápidamente ganó popularidad gracias a que las animaciones creadas con él estaban mejor definidas que las de las imágenes GIF y ocupaban menos que un vídeo (algo muy de agradecer con los anchos de banda predominantes en aquella época). Y, cómo no, también hay que tener en cuenta los juegos en el navegador, algo hasta entonces desconocido.
Pero no todo era del color de rosa. Con muchos diseñadores e incluso programadores especializándose en Flash, fue inevitable la proliferación de engendros tan innecesarios como las páginas web con menús en Flash y sin ni un sólo enlace en HTML, o las odiadas introducciones: una suerte de cabecera de programa de televisión que nos impedía acceder rápidamente al contenido buscado, a menos que encontrásemos el famoso texto “skip intro”.
Por suerte, el paso del tiempo ha hecho que esta costumbre se deseche poco a poco, ya sea por motivos del navegador (el plugin no viene instalado por defecto y para algunos usuarios es muy complicado o está prohibido por políticas de administración), por SEO (los motores de búsqueda han penalizado históricamente a las webs sin contenido en HTML) o de usabilidad. Y en los últimos años, la aparición de los smartphones y las decisiones de algunos mandamases (Apple en sus dispositivos iOS o Microsoft en sus tablets han preferido pasar de Adobe) ha sido el espaldarazo definitivo para apostar por HTML5 y CSS3 como principal tecnología de desarrollo de webs interactivas y multimedia.
Ahora es cuando viene el gran pero. Todos alabamos las capacidades del nuevo estándar, pero quien tenía mal gusto y malas prácticas con herramientas viejas, probablemente también lo tenga con las nuevas. Y cuando Flash resulta molesto, es tan fácil como instalarse Flashblock o algún bloqueador similar para prescindir de los objetos SWF, pero si una web te planta una musiquita cansina con el tag <audio>, una animación innecesaria o un efecto mareante a nivel CSS, no es tan fácil desactivarlo sin que se desbarate toda la página, ya que forma parte de su armazón.
Mientras la gente profundiza en la conjunción HTML5 + CSS3, ya vemos como aparecen más capacidades parecidas a las de Flash, como una animación de la serie de Spiderman totalmente hecha en CSS3. Ganamos en uniformidad, ya que casi todos los navegadores modernos la reproducirán de serie pero perdemos la posibilidad de evitar que nuestro navegador se convierta en una feria de colores, sonidos y animaciones sin sentido. Es más, con Adobe apostando por un giro hacia HTML5 parece más probable que las malas prácticas migren junto con los desarrolladores.
Aprovechando la mención a Spiderman, conviene recordar que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y dado que HTML5 y CSS3 nos dan la capacidad de hacer grandes cosas en la web, también recae en buena parte en los programadores y diseñadores el saber conducir ese potencial hacia algo usable y agradable a la vista.
Que no tengamos que volver a buscar el botón de “Skip intro” en cada página a la que accedamos.
Vía | Hanselman – CSS3 is the new Flash
En GenbetaDev Respuestas | ¿Sustituirá HTML5 a Flash definitivamente?